domingo, 6 de agosto de 2023

Mucho morro

Algunos lo califican como “tener mucho morro”. Otros como: ser unos “cara dura”.
Feijóo ya ni se acuerda de cuales fueron sus consignas en campaña. Muchas eran contradicciones y ahora están cayendo en ellas. Antes era pecado, y atacaron a Pedro Sánchez por los pactos con sus socios parlamentarios, pero ellos ahora votan con Bildu. Tampoco lo hace cuando apoya a Junts y les entrega la Alcaldía de Barcelona. Tenía que ser la lista más votada la que gobernase, pero en Canarias y Extremadura se saltan su propuesta porque en esas dos CCAA no han ganado. El voto por correo en Mojacar era un escándalo, por las supuestas compras de votos, pero hay un silencio sepulcral al respecto, en cuanto se ha producido la detención de un sospechoso relacionado con su partido


La realidad es la que es y es tozuda. No tengo plena confianza en que nuestros políticos sean lo bastante maduros como para comportarse como adultos, al menos en los días que quedan hasta el cierre de listas. No creo que se hayan acabado todos los exabruptos. Las filtraciones por hora de la última semana me han provocado enormes cabreos y una dosis exacerbada de vergüenza ajena. Pero, ante un acuerdo por necesidad, lo mejor que quienes intervenimos en la discusión pública podemos hacer es lo siguiente: procurar olvidarlo. No saldrá de mi boca ni escribiré palabra alguna que pudiera empeorar los resultados de Sumar el 23 de julio.
No olvido, mientras tanto, las dimisiones en Ávila por la confección de listas del PSOE, ni los pulsos entre Page o Puig y Ferraz. No me hago la ciega ante los odios y puñaladas de otros partidos y recuerdo a la perfección la defenestración escenificada de Pablo Casado: pienso en quienes pasaron de la noche a la mañana a no hablar a uno de sus colegas y compañeros. Pero ellos, una vez el asesinato cometido, la tensión dirimida, conocen la virtud del silencio temporal: manejan los tiempos. Y a nosotros, si queremos levantar las ilusiones necesarias y posibles, nos convendría aprender ese mismo dominio.
Todas las encuestas afirmaban la necesidad aritmética del acuerdo para hacer viable la esperanza, para mantener vivo al espacio del cambio. Es una alegría que haya llegado, aunque llegue así, y ojalá los próximos diez días sean días tranquilos y no insoportables, días de construcción en común y no de peleas mediáticas por el relato. A nadie se le escapa que los motivos tienen más que ver con la necesidad (necesidades financieras y presiones de los territorios incluidos) que con el gusto o el placer. Pero lo único que queda es hacer de esa necesidad virtud. Y en esas estamos.
Elizabet Duval
Ha terminado el jaleo de los pactos. Toca alcanzar otro acuerdo, ahora será con la mayoría social. Es la hora de convencer a la gente de que es mejor tener un gobierno progresista que uno que solo defienda los intereses del capital y lo rancio. Ya habrá tiempo, después del 24 j, de buscar más premisas de una mayor unidad. Espero que no haya ya alguien pensando, en que si el 23 las cosas no salen bien, las piedras puestas en el camino por esos mismos, los pasados días, no les sirvan para poder decir que LA CULPA HABRÁ SIDO DE SUMAR. Veremos si me equivoco, porque alguno ya ha empezado en las redes.
Votes lo que votes, creo que este acuerdo es una buena noticia para cualquier persona que no quiera que la ultraderecha pueda ser determinante en el próximo gobierno de España. Lo que ha pasado con Montero es el ejemplo de cómo ejercer la política se convierte en una trituradora de personas. Pero en su caso ha sobrado mala baba, saña y odio como contra nadie. Basta encender cualquier televisor para comprobarlo.

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