Los derechos no son eternos, y se pueden ir igual que llegaron. Mañana toca defenderlos, no ponerlos en peligro.
Si cuando haces una comida de familia o amigos en tu casa, todas las sillas que tienes no son idénticas, y debes poner de varios tipos, o recurrir a taburetes, tú no tienes motivos para votar a la derecha.
Si tienes un horario de trabajo que si no cumples no te pagan todo el salario, tú no tienes motivos para votar a las derechas.
Si tienes amigos inmigrantes o homosexuales y que te importa su futuro, tú no tienes motivos para votar a las derechas.
Si eres mujer y crees que lo más importante es tu derecho a decidir por ti misma cualquier asunto de tu vida, tú no tienes motivos para votar a las derechas.
Si crees que todos somos iguales ante la ley, y eso no puede depender de cuánto hay en tu bolsillo, tú no tienes motivos para votar a las derechas.
Si crees que deben pagar más impuestos quienes más tienen, y que la banca y las grandes empresas eléctricas deben aportar proporcionalmente a sus beneficios, tú no tienes motivos para votar a las derechas.
Pero gracias a que estamos en una democracia, que hubo que arrancarle a las derechas de la dictadura, a fuerza de sangre sudor y lágrimas, puedes votar mañana lo que quieras, aunque no tengas motivos para votar a las derechas. Eso es la libertad, que no tiene nada que ver con poder irte de cervezas. También nos íbamos de cervezas en la dictadura y no había libertad.
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