Mañana lunes comienza la ronda de entrevistas del rey con los partidos del Congreso, dando así cumplimiento a la Constitución, esa Norma que parecen desconocer los auto proclamados “constitucionalistas”. Que elija a uno u otro candidato tiene un significado político, y nunca debería ser una decisión personal, sino meditada y acorde a lo regulado en la Carta Magna. Si elige a Sánchez sin los apoyos negociados, los partidarios de Feijoo le acusaran de no ser neutral porque el PP es el más votado. Si elige a Feijoo porque es el más votado, no estará respetando lo que significa democracia parlamentaria, y se interpretará como una concesión por si encuentra socialistas buenos en su intento. No lo tiene fácil, por muy preparado que esté.
Si os soy sincero, me gustaría que el rey propusiera primero a Feijoo, y así tendría que hacer frente a todo lo que no le pudieron decir en los debates a los que no acudió. Voy a hacer política-ficción y suponer que designa a Feijoo. Lo primero que ocurriría es que Feijoo no podrá limitarse al populista programa de su campaña de tres puntos: derogar el sanchismo, insultar y menospreciar a Sánchez y al gobierno de coalición, y seguir mintiendo. De ser designado tendrá que explicar que hará con las pensiones, los salarios, el I+D, los servicios públicos, fiscalidad, etc. Si actúa como la derechita cobarde y aparece como el moderado Feijoo, enfadará a Vox, y a algunos votantes del PP, los ayusistas de la noche del 23J, que se le irán a Vox; y si abraza los postulados de Vox, espantará a todos los demás partidos, y no lo apoyarán nada más que Vox y UPN, En ambas situaciones no podrá ser investido, pero ya no le valen las ambigüedades con las que se ha manejado en las televisiones, porque a estas alturas, quien quiera ser presidente del gobierno, debe retratarse. Por eso, lo más probable, es que todo su argumento se reduzca a la cantinela de estos días: que es el partido más votado, y que cualquier otro gobierno lo considerará ilegitimo.
Feijoo tiene que presentarse si o si, y defender su programa, aunque sea a lo Tamames, para acallar las voces que ya no le apoyan en su partido. Aunque tampoco deberíamos extrañarnos de ver a un Feijoo que en su programa para la investidura adelante a Ayuso, a Aznar y a Abascal por su derecha. Abascal, que le está permitiendo gobernar en varias Comunidades y Ayuntamientos, pero con una pinza en la nariz por lo que considera políticas de chichinabo de la derechita cobarde, seguro que en el Congreso no va a permitir que el PP lo trate como a un cuñao de vista, y menos con unas elecciones europeas a la vista en un año, solo la derechización del discurso de Feijoo sería la forma de tranquilizarle.
Un ejemplo de que esa línea de acercamiento a posiciones ultra se empieza a imponer en el PP, son las declaraciones realizadas ayer por el presidente del Senado, alguien que con sus antecedentes, ayer volvió a demostrar que se pasa por la entrepierna la neutralidad que se supone inherente al cargo que ocupa. Este señor apuesta por encontrar socialistas buenos, pero por ahora no los encuentran. Igual piensan en otra opción como posible: que Junts se abstenga. En ese caso, Feijoo tendría 172 votos y Sánchez 171. Pero Junts ha demostrado que gratis no da ni los buenos días, no se molesta ni en hablar a cambio de nada, y seguro que tiene puesto precio a su abstención ¿qué le ofrecería el PP a los de Puigdemont? Lo lógico es pensar que esa posibilidad va a ser que no.
Y un segundo aspecto que me parece relevante y se olvida como posibilidad. Teniendo muy claro que las prisas no son buenas, debe plantearse que el rey no tiene por qué designar, de manera inmediata, un candidato a la investidura. En el artículo 99 no se fija un plazo para que designe, y eso permitiría dar un plazo razonable para que un candidato se garantice los apoyos. Si decide elegir a Feijoo mejor no fiarse, menos ante la insistencia de Feijoo por ser investido, que invita a pensar que se nos escape alguna carta oculta, sería una jugada sucia. Pero de un partido que ya alteró la voluntad popular con el tamayazo, que incumple la Constitución y mantiene secuestrado el CGPJ, que no hace tanto ha sido capaz de hacer que el TC paralice la tramitación de una ley por las Cortes Generales, y hace que se reúna la sala e vacaciones del TC para intentar enlodar cualquier posibilidad de negociación con Junts, se puede y se debe esperar todo.
El rey es un árbitro, nunca juez y parte, y el árbitro debe tener muy claro el reglamento del juego y su aplicación. Pero mejor no olvidarse que las investiduras en España las carga el diablo. Si irresponsable es designar un candidato sin posibilidades, más lo parece que existan prisas en designarlo. No es cuestión de hacerlo pronto, sino de hacerlo bien y que el elegido tenga realmente posibilidades de ser investido. El rey debería explorar ese camino para evitar, o al menos intentarlo, ir a las urnas de nuevo en navidades. En tiempos de dudas no son aconsejables las mudanzas.
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