lunes, 14 de agosto de 2023

FEIJOO DE DORADO, A NO ADORADO


Le eligieron digitalmente, es decir, a dedo. Era el presidente que necesitaban, el mejor para un PP adulto, centrado, firme, y con solvencia. Vamos, para no extendernos, según ellos lo que necesitaba España.
Y ahí estaba él, el hombre de las propuestas serias, las que nos podían convencer a todos gracias a su madurez, a su talento, a su experiencia de gobierno con los gallegos. Hasta el dios Aznar se deshacía en halagos por su talla como estadista.
Pero llego la pesadilla, el 23 J. Tanto genio y figura, y nadie conocía su programa de gobierno, todo se resumía en derogar el sanchismo, no hacía falta nada más, todo estaba hecho y la suerte echada. No nos había dicho cuáles eran sus alianzas, pero las adivinábamos. Él había ido todo ese tiempo a su bola, no sabía si era de día o de noche, ni si estaba en Extremadura o en Andalucía, no le importaba no dar una en economía, no tenía que entender eso de los fijos discontinuos, ni como se cuenta el paro, ni le importaba ignorar lo que nadie ignoraba porque no tenía internet. Le llegaban teletipos engañosos pero daba igual. Todo estaba atado y bien atado. Y demasiada confianza le condujo a un fracaso total como candidato y a un fracaso electoral para su partido.
Entonces llegaron los nervios. Las improvisaciones. Las prisas. El silenciador para que no se notase fuera el ruido de dentro de casa. Y de la noche a la mañana, a cambiar el programa, a cambiar las alianzas, de calificar de desastre al sanchismo a escribirle cartas pidiendo árnica, al tener que recurrir de nuevo a las frases hechas por otro: debo gobernar porque he sido el más votado, etc., etc., etc.
Pasan las horas, los días, y alguien le recuerda que debe mostrarse como un estadista, y se lanza de nuevo al ruedo: "España necesita un Gobierno con capacidad para hacer frente a los problemas de los españoles”. Pero se equivoca de nuevo y afirma que hay riesgo de una balcanización, de yugoslavizarnos, esa frase acuñada por el dios Aznar tiempo ha para Zapatero. Ahora tiene que apilar a su lógica, y su lógica le dice que un gobierno de la derecha con la extrema derecha es una bendición, y cualquier otra opción de coalición es mala.
Después de mostrase ante los españoles más perdido que un piojo en una peluca, solo se le puede hacer una pregunta ¿pero usted sabe lo que es una democracia señor Feijoo? La pregunta es esa porque sus afirmaciones desde que llego a la presidencia de su partido, y especialmente en estos meses de campaña electoral visceral y de odio explícito al otro, solo demuestran que usted no está en condiciones de ofrecer a nadie del parlamento lo que se necesita, diálogo, salvo a su Santiago. Usted después del odio que ha fomentado no está en condiciones de hablar de encuentro entre todos. Usted ha sido el hortelano que ha cultivado la animadversión hacia los demás partidos. Y qué decir de sus amistades peligrosas, su Santi por ejemplo, que alienta a que se conviertan en tránsfugas los representantes de los ciudadanos. De otros partidos. Usted no puede garantizarnos una democracia plena.
El último detalle de su estrategia ha resultado inútil, pedir dialogo a alguien que según usted mismo es primo hermano del diablo. Es la demostración de que usted puede bajarse el pantalón si el prófugo se lo pide, siempre que hacerlo le suponga poner las posaderas en la Moncloa. ¿A donde quiere llegar?
Perdone señor Feijoo, pero no necesitamos lo que usted ofrece. Necesitamos un gobierno de coalición, un gobierno Frankenstein hecho con piezas de todos, pero solidario, dispuesto a integrar la diversidad de nuestro país. Preocupado por los más vulnerables, por el feminismo, por la memoria y no por el olvido, ese implícito en la paz de cementerio. Un gobierno sin demagogias, sin desinformación, sin ETA hasta en la sopa. Una democracia plena, y no medio pensionista. Tras cuatro años de insultos, amenazas y mentiras nos merecemos algo mejor. Incluso esos votantes suyos a los que ha conseguido engañar una y otra vez.
Ahora no se meta en el cascaron y de la cara y diga que no puede formar ni siquiera un gobierno Frankenstein, porque nadie quiere estar con usted. Y confiese lo que ahora está haciendo, todo lo posible por impedir que otros puedan formar gobierno. Confiese que todas las noches le pone una vela a Santa Barbara a ver si truena, e implora a las alturas para que se repitan las elecciones, antes que le quiten de en medio ¿recuerda a un tal Pablo Casado?
Buenas noches tenga usted.

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