Hoy 14 de noviembre celebramos el día internacional de la Diabetes. Para la Organización Mundial de la Salud la diabetes es una prioridad, y hace una recomendación internacional: enfocar los esfuerzos en la disminución de la mortalidad prematura por la enfermedad.
En nuestro país, alcanzamos las metas en cuanto a la cobertura efectiva a todos los pacientes que la presentan, aunque existe un infradiagnostico importante. La realidad es que más de la mitad de los pacientes con DM no tiene buen control de su enfermedad, por lo que está incrementado su riesgo de desarrollar complicaciones.
Necesitamos mejorar la calidad asistencial. Pero ese concepto de calidad en la asistencia, aplicado a las enfermedades crónicas en general, y a la DM en particular, no deja de ser un asunto realmente complicado. Depende de varios factores: de temas organizativos, del seguimiento de las guías de práctica clínica, del tiempo que dedicamos a la consulta del paciente con DM, de nuestras dotes comunicativas, de la continuidad asistencial (entendida como trasferencia de información y la coordinación entre niveles), de la integralidad de la asistencia, variedad de servicios que se ofertan, y otras. Podríamos seguir con el listado de elementos importantes para alcanzar esa calidad.
El resultado que hoy vemos es una gran variabilidad en la atención del paciente con DM, tanto en los aspectos clínicos o metabólicos, como en el distinto trato que recibe el paciente, en su grado de satisfacción, y la postre en el diferente consumo de recursos que se hace para el manejo y tratamiento de la enfermedad.
Globalmente podemos decir, que el concepto de calidad total en la atención al paciente DM, intentaría asegurar la efectividad, la eficiencia de la atención así́ como la satisfacción del paciente. Tal vez por eso, lo más importante no sea la longitudinalidad de la atención (médico de cabecera toda la vida) sino la continuidad de la atención que permita mantener la misma atención independientemente del personal que lo atiende, adecuando los registros clínicos, la organización de los centros, la definición de competencias en el equipo asistencial y la correcta regulación entre niveles asistenciales.
Todos los días que se dedican a algún problema de salud, sirven para traer ese problema a un primer plano de la actualidad, pero no sirve para solucionar los problemas que le rodean. Ojalá que no sea necesario recordar cada 14 de noviembre que el problema está ahí porque eso significará que aunque la enfermedad continúe, sus complicaciones y sus consecuencias sobre nuestra salud estén bajo control, y eso pasa por una apuesta decidida de pacientes, profesionales y administraciones para hacerle frente.
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