El rey acaba de designar a Feijoo candidato a la investidura, pero salvo que compre tránsfugas, acabará consiguiendo que Sánchez sea investido presidente, no por lo simpático que le resulte a los demás partidos, sino por lo antipático, inútil y falto de credibilidad con que cada día Feijoo se empeña en que le veamos.
Feijoo le ha solicitado a Felipe VI poder protagonizar su sesión de investidura. Todo apunta a que fallida, pero el rey ya le ha dicho que lo intente. Debería haber dejado un tiempo a los posibles candidatos, porque ninguno tiene mayoría suficiente para ser investido. Pero ha decidido que lo intentara Feijoo, solo que el argumento de que lo designa por “costumbre “ suena a chiste malo impropio de un jefe de Estado. Algo más sólido habrá para esa prisa. Sabía que el PSOE no se iba a oponer.
En Génova andaban, y andan, encolerizados por el estrepitoso fracaso de la bola de nieve que en sus cabezas se montaron, y como buenos mentirosos, hasta ellos mismos se creyeron. Y ahí seguimos, pero la designación de hace un rato es un alivio para el PP y para que Feijoo pueda seguir con la huida hacia adelante. No lo conseguirá pero mientras lo rechazan, sus partidarios nos lloraran por las esquinas y los platós de televisión esa cantinela de que su lista es la más votada, el mismo argumento que ellos no han respetado ni respetan si no les beneficia. Es como un nuevo mantra de la derecha solo apto para estúpidos, bobos e indecentes.
No debiera o debiese ser tan difícil entender, que una cosa es ganar unas elecciones y otra bien distinta poder gobernar. Si ganas las elecciones te pueden designar como primer candidato a la investidura. Pero si no tienes mayoría parlamentaria no puedes gobernar. Ahora, Feijoo intentará hacernos visualizar, que si el rey lo ha designado es porque él llevaba razón, pero en realidad lo que ha hecho es ponerlo en un trampolín para que presenciemos su triple salto mortal, con doble tirabuzón, y caída contra el suelo, con fractura de mandíbula y destrozo dental. Es lo previsible, pero hoy le toca sonreír y vanagloriarse, recibir loas de sus fieles, y parabienes de sus lameglúteos, pero en unos días puede ser la mayor evidencia su derrota electoral.
La corte de medios a su servicio junto con los variopintos presidentes del PP, le apoyaran las veinticuatro horas de los siete días de la semana, pero todos saben que los números no les salen. No les importa que el escenario de la derrota sea el Parlamento, lo ven como un problema solo para Feijoo, a ellos les importa que los espectadores vean y oigan en todas las televisiones amigas, esos grandes argumentos de sus tertulianos a sueldo, porque saben que pocos ciudadanos se sorprenden ya con el discurso de su líder. Feijoo no tiene votos suficientes, pero va a reivindicar machaconamente que le corresponde gobernar solo porque le han dicho que debe decirlo. Reconozcamos que, como poco es muy curioso, que quienes nos repiten una y otra vez que su victoria es indiscutible, saben que tienen como único objetivo lograr una repetición electoral.
Pero en Vox, deberían verse venir que, si ese es el objetivo de Feijoo, es porque está esperando una deserción masiva de votantes de Vox que ellos recogerían. Sin embargo, en Vox parce importar poco ese riesgo, porque tienen más odio a la izquierda, que miedo a la posibilidad de desaparecer como partido. Entre los de Abascal, todos saben, que militar en el PP o hacerlo en Vox es lo mismo, porque son dos vasos comunicantes, hermanos de sangre, pero que salir de Vox es encontrase en el PP las puertas abiertas, eso que antes era “y viceversa”, ahora no lo es, de l PP a Vox.
Nos espera una temporadita bronca, mortal de necesidad, con toda la derecha mediática a la carga para que la repetición electoral se produzca. Pero antes tienen que hacer su trabajo de precampaña que es lo que ha empezado hoy. Primero deben convencer al respetable de que la obligación del Psoe es votarles a ellos, o abstenerse para que puedan gobernar. Segundo, cuando fracase el intento de investidura de Feijoo, el mensaje será que la izquierda es incapaz de respetar el resultado de las urnas, lo mismo que dijeron cuando acabó saltando por los aires el gobierno Rajoy con la moción de censura.
Y por último, si llega a formarse un gobierno de coalición, será mucho peor, porque nos dirán que es un gobierno ilegitimo y que lo que quiere es romper su España patria querida. Nos tocará leer estos días editoriales fanáticos, artículos de opinión rayando la ignominia, y declaraciones rancias y bochornosas. Todos los instrumentos de sus lacayos los veremos desatados, y como poco a poco se irán desquiciando mientras buscan y rebuscan a esos ansiados socialistas buenos, igual que hicieron para con doña Esperancita, y más recientemente para romper la ejecutiva del Psoe y que gobernase Rajoy. Llamaran a aquellos que consideren capaces de venderse al mejor postor. No les será fácil encontrarlos, porque en este escenario de tanto odio entre los bloques, que ellos mismos han polarizado y alimentado hasta el extremo, nadie se moverá para salir en la foto de traidor mayor del reino.
Pero si Puigdemont aprieta más de lo que puede y tampoco hay gobierno de coalición, dirán que no hay más que hablar, que ellos quisieron salvar a España pero que se repetirán las elecciones por culpa de Sánchez. Pero digan lo que digan, y por mucho que lo repitan, eso no cambiará el problema de fondo del PP: que el PP y Feijoo han llegado a esta investidura atados de pies y manos a los caprichos de Abascal y sin otra salida posible, aunque eso es responsabilidad de los mandos en Génova que aún no admiten que ir con Vox es un suicidio. Pero ahora, después de tantos pactos y gobiernos en coalición, ya no les queda otra, y Vox representa su única posibilidad de acercarse a los números que puedan permitirles gobernar. Nadan pero sabiendo que van a morir ahogados en la orilla.
Lo que digo no es una suposición personal. Ayer, ese insigne periodista caracterizado por su neutralidad y amor a la España gris, del blanco y negro, y de la paz de cementerio de la dictadura de un genocida, llamado Antonio Naranjo, al que nos sacan casi a diario en el programa Todo es Mentira para que se luzca con sus chorradas fascistoides, planteó que Felipe VI no debía aceptar una investidura de Pedro Sánchez, con los votos de los "enemigos de España". Mirar si estaban ya furiosos ayer, que hasta otros tertulianos afines, que normalmente son tan exaltados como él o más, le respondieron que no le pidiese al rey saltarse la Constitución. Cuando Feijoo tenga que declinar en su intento de investidura se pondrán rabiosos.
Con este circo que tienen montado con Feijoo como su pelele, la señora de la tierra del chotis está noche estará frotándose las manos de ver como al que llamar líder no le han puesto red para el salto desde el trampolín en el intento de investidura.
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