No es sexo. No es pornografía. Es reivindicación. En tiempos donde hasta el topless en nuestras playas parece dejar paso a un pudor que parece resurgir, el acto de Eva Amaral, como ella misma dijo, es revolucionario, cuando en realidad solo reivindicaba su derecho a sentirse libre. No han tardado en aparecer reacciones a favor y en contra, pero es absurdo ver en ello más que un ejercicio de su libertad. Otra cuestión es que se produzca en Castilla León donde la ideología gobernante se siente ofendida por la artista, pero dice nuestro refranero, que el que se pica es porque ajos come, o que el teme es porque algo debe.
Personalmente me ha recordado al desnudo que en los primeros años del postfranquismo protagonizó Susana Estrada. Entonces un desnudo debía ser un accidente, sino lo era, resultaba ofensivo sino era para excitarnos a los hombres. Hoy parece ocurrir lo mismo, o es accidental, o quien lo realiza no obedece lo que desean las elites, y eso para la derecha siempre es reprochable. Los censores patrios han encontrado en el concierto en Sonorama una nueva causa por la que luchar en las redes sociales: la falta de respeto. Aún no han culpado del pecho desnudo de Eva Amaral a Sánchez o a Yolanda Diaz, pero todo se andará. Una nueva polémica de mojigatos, pero aunque quieran mostrar lo contrario, lo malo está en sus cabezas, no en las tetas de la cantante.
Lo que la naturaleza nos da, también escandaliza a los ultracatólicos, porque sienten que el feminismo empieza a ser imparable, hoy lo han visto hasta en el futbol de selecciones, y ni la ola reaccionaria puede pararlo. Lo de Eva Amaral no cambiará al capitalismo ni al ultraliberalismo, pero lo viven como un desafío a un fascismo que estaba latente y se creía alcanzar el poder el 22 de Julio.
Si al hombre le asustan unas tetas, es que su mente se ha formado en el adoctrinamiento propio del patriarcado.
Si el desnudo fuese en protesta contra el gobierno de Venezuela, los que hoy lapidarían a Eva Amaral la elevarían a los altares. Pero como es aquí, les parece propaganda.
Váyanse al pijo todos esos señores que se han molestado, y vomitan en las redes.
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