domingo, 8 de octubre de 2017

Paradojas

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Antes la izquierda no quería fronteras. Luchaba por la libertad de todos, por un mundo mejor. Era solidaria. Ahora descubrimos que también la gente de izquierdas es nacionalista, capaz de pensar solo en su tribu. Una izquierda que dice querer un mundo sin fronteras, mientras comparte con la derecha el "No vengas a quitarme lo que es mío" y el "Quédate en tu país y arréglate como puedas".

El problema con Catalunya no es la enfermedad, solo es un síntoma más. La enfermedad se llama ambición por tener más votos, más poder, sin pensar en sobre quienes se ejerce ese poder. Ambición de un PP que dice defender el estado de derecho, actuando como no hay derecho a actuar, que llama golpistas a unos y se olvida de los golpistas a los que mantiene sus nombres en calles y plazas. 

Ambición por tener más votos, de un Independentismo que se salta el estado de derecho, porque sabe que solo así se puede creer con derecho a un estado. Pero con su juego, unos y otros, están traicionando al Estado y al Derecho.

Y una curiosidad para quienes ponen más culpa en Puigdemont que en Rajoy. Aquellos polvos del PP recurriendo por un puñado de votos, un Estatuto que cabía en la Constitución de todos, hoy nos han traído estos lodos, en los que por otro puñado de votos, en esa Constitución ya no cabemos todos. Y ahora, con una estrategia de judicialización y ejercicio de la fuerza, ha convertido al verdugo en mártir.

¿Hasta cuándo aplazaremos el "Removamos todas las trabas que oprimen al proletario. Cambiemos al mundo de base, hundiendo al imperio burgués"?


Sí. En la izquierda, estamos viviendo paradojas, y construir un mundo mejor, cada vez es más una de tantas utopías. Y la derecha en esta clase de escenarios, flota risueña en su salsa. 

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