Ahora, a diferencia a lo que ya parece una costumbre, MAR ha pasado de decir a los jueces a quien tenían que llamar a declarar, a ser llamado a declarar por el juez.
Resulta curiosos que el mismo juez que ordenó clonar el móvil del fiscal general del Estado y sus ordenadores, el mismo que ha admitido que la acusación particular contra el fiscal general la ejerza la asociación conservadora de fiscales (Apif), y el mismo que ha solicitado las grabaciones inexistentes para ver si el fiscal general estaba mirando su móvil con una colega (eso sí, una hora después de que se lo devolviera la UCO tras haberlo clonado).
Pero el juez, no contento aún con el patinazo de pedir unas grabaciones que no existen, para incidir en el tema va y cita a un fiscal de esa asociación que dice que vio como el Fiscal general estaba con una colega mirando su propio móvil (al parecer ahora mirar tu móvil con una persona de confianza es una acción sospechosa). Y lo más llamativo, según esa forma de proceder, es que aunque el juez cite a MAR a declarar, a él no le requisa ni le clona ni el móvil ni los ordenadores.
Lo dije hace unos días, ¿el CGPJ no tiene nada que decir? ¿no tiene nada que supervisar de lo que hacen sus jueces? ¿No se estará creando un precedente peligroso con esta forma de actuar?
Y si no lo de Peinado. Resulta que Juan José Güemes, uno de los hombres fuertes de los gobiernos madrileños del PP y Esperanza Aguirre, hace unos días, negó haber dado trato de favor a Begoña Gómez al contar con ella para el Instituto de Empresa. “No se contrató a la señora Gómez por ser la esposa del Presidente del Gobierno”, dijo unos instantes antes de que Juan Carlos Peinado cortase su declaración y le informara de que, a partir de ese momento, estaba imputado.
Ni en tiempos del dictador Franco, recuerdo jueces con tanto poder para hacer lo que en cada momento se les ocurra, aunque sea con varas de medir diferentes.
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