Toda la cúpula del PP empieza a
hablar de regeneración, convencidos de que ellos son quienes van primeros en el
ranking de los más degenerados entre la clase política española. Muchos saben
que aunque apelen a ella, ya no va a bastarle a su partido con la regeneración interna. Las cosas han
llegado tan lejos, que ya necesitan otra clase de dirigentes, y que eso solo
será posible si sus afiliados y votantes les obligan a recoger la foto familiar
de encima de la mesa del despacho a los actuales, y que emprendan su vuelta a
casa.
Contemplan que de nada les está
valiendo que en todos sus medios afines, alaben decisiones como la semi dimisión de Aguirre, o
la opción de poner al frente del partido en Valencia y Madrid a gestoras, si
mientras mantienen el blindaje sobre Barberá. Oyen a la gente de la calle
preguntarse ¿Cuánto puede saber Rita de las tripas de su partido? Y lo que es
peor, que se respondan, afirmando que si la cúpula del PP la protege, es porque
quiere que no abra la boca, no sea que les salpique.
Mientras esto ocurre en el
partido, su presidente está a lo suyo, como si nada fuese con él, como si ser
noticia al ritmo de un investigado por día de media, no le importase nada. Se
lo esperaba, por eso mantiene impasible el ademan, que de eso él sabe mucho, y no
le importa que muchos ya le vean como a Ali Babá en su cueva. Absorto en sus
pensamientos, repitiéndose una y otra vez, que él es quien ha ganado las
elecciones, y tratando de olvidar que cuando debía aceptar el encargo de formar
gobierno, hizo lo que no hacen los ganadores, esconderse.
Esa actitud, que no aptitud, no
debe extrañarnos en quien prometió una forma de gobierno propia, cuando su plan
real consistía en arrojar a nuestro país en brazos de la Troika y de Alemania,
y engañarnos como a chinos. Ahora para Rajoy, todo aquello ya es parte del
recuerdo, y hoy su trabajo es mover todos los hilos a su alcance para forzar nuevas
elecciones. Sabe que solo si lo consigue, evitará lo inevitable, que deba marcharse
para siempre. Cuando ve que puede conseguirlo, se le escapa una sonrisa, y hasta
ríe y disfruta viendo a los pesos pesados del PSOE zarandear a Sánchez, y a
Iglesias presentándole medio gobierno sin siquiera haberse sentado con él a negociar.
Su afición al fútbol le ha
enseñado, que sus posibilidades de clasificarse para la siguiente ronda, pasan porque sus dos rivales no se pongan de acuerdo. Contempla como pasan los
minutos y se acerca el final del partido sin que ese acuerdo llegue. Sabe que le
toca sufrir, pero que sus voceros le harán el trabajo sucio y lograr hacer imposible
ese acuerdo. En ese empeño cuenta también con la ayuda de la Troika y Alemania,
de quienes siempre fue un alumno aventajado.
Ahora les toca a ellos pagarle por los servicios prestados a sus
intereses.
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