viernes, 6 de diciembre de 2024

LOS HUMANOS

Los humanos somos racionales, pero nos comportamos irracionalmente, y ese es nuestro talón de Aquiles. Es nuestra naturaleza, como en el cuento de la rana y el escorpión. Podemos ser felices, pero siempre queremos más. No queremos ser uno más, sino que nos pasamos la vida queriendo subir al escalón social de más arriba. Todos somos impulsores inconscientes de la desigualdad. Incluso el que nada tiene espera un mañana en que poder mirar por encima del hombro a alguien que tenga aún menos.
La ideología que genera la diestra es bastante siniestra. Lo estratégico del sector público se privatizó. Pasó a manos de los ultrarricos que se hicieron más ultrarricos. Rescatamos con recursos públicos la banca propiedad de los ultrarricos y les hicimos más ultrarricos. Pero ellos no dan la cara, lo hacen sus títeres, sus figurantes en la escena social, que solo harán lo que les ordenan sus amos, y así seguir siendo los dueños del gran teatro del mundo. Les ha ido y les sigue yendo bien, por eso no van a permitir que nada cambie. Su mejor arma es educarnos en el individualismo, porque eso nos impedirá unir nuestras fuerzas. Los que no somos nadie, juntos somos temibles, por eso mejor individualistas y en solitario. Es la aplicación del divide y vencerás.
Nos enfadamos con los que les representan, pero ellos solo son los servidores de la derecha política, mediática y judicial, defensores de los intereses del poder económico que es el que manda y el que los alimenta. Los demás todos les parecemos despreciables, solo útiles para consumir sus productos y para fomentar el desprecio hacia los que social o económicamente están más abajo.
Y lo triste es que lo están consiguiendo, y la política tibia de la socialdemocracia no ayuda a frenarles. Y cuando se producen avances, es poder económico crea campañas de acoso y derribo, que van desde la familia, a los corruptos cercanos pasando por los limpios que cometen errores, dicho de otra manera, las begoñas, los ábalos y los fiscales. Son bombas de racimo contra el centro de operaciones rival. Difícil será revertir a tiempo su falso relato, y para lograrlo solo servirá aquello que realmente interese a la gente: vivienda, precio de los alimentos, libertad y servicios públicos.
Cada vez la sociedad es más individualista y capitalista. No hace tantos años todos conocíamos a nuestros vecinos, a los de las tiendas, a los de los bares. Hoy, apenas conocemos a los vecinos con los que nos cruzamos cada día, y las tiendas son supermercados y los bares cada día tiene diferente personal. Y hoy son muchos los obreros que votan a la derecha, porque no ven o no quieren ver que solo son peones en el juego de ese poder económico al que con su voto a los que les representan engordan cada elección.
Luchar por lo público es luchar contra la desigualdad, y aumentar la desigualdad es el gran objetivo del poder económicos, de sus representantes políticos, en general de las derechas. Un reparto más equitativo de los recursos, no quieren que pueda ser posible. En ese modelo social es básica la estructura del patriarcado, el más interesado en que la desigualdad se perpetue. Cada vez es menos lógica la acción política blandiblu para luchar contra ese sistema.

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