lunes, 25 de noviembre de 2013

Prepararse para las primarias


Por mucho que algunos insistan en su empeño de convencer a la opinión pública de que PP y PSOE son lo mismo, no lo consiguen porque los ciudadanos saben que en políticas sociales la diferencia es abismal y esa diferencia se incrementa día a día. Donde las diferencias, hasta ahora, han sido menos perceptibles, es en materia económica, pero esas diferencias existen y son constatables, aunque hay quien no quiere verlas.
Pero el gran problema del socialismo hoy para volver al gobierno no está solo en que se nos considere iguales al PP, sino que a eso se añade el hecho de que la gente no se fía que podamos cumplir un programa que recoja las premisas y pautas fijadas en la reciente Conferencia Política si se retorna al gobierno. Nadie puede negar que esas dudas hayan encontrado motivación en algunas actuaciones específicas y en algunas políticas practicadas no hace tanto tiempo.
Hace unos días el Observatorio de la Cadena Ser publicaba un estudio y una de sus conclusiones era que más de la mitad del electorado estaba convencida que el PSOE defendía más a las elites sociales que a la clase trabajadora, lo que también se jalea interesadamente con aquello de que el PSOE ha perdido la O de su acrónimo. Esta percepción unida  a la duda en la aplicación del programa una vez alcanzado el poder, hace que ambas sean un lastre del que resulta difícil desprenderse.
Podemos encontrar justificaciones para razonar esa falta de cumplimiento, que puede que estén en las consecuencias de la globalización económica, o en la interrelación con el resto de países de nuestro entorno europeo o en el excesivo poder ejercido por los grandes poderes económicos mundiales. Hace unos días exponía que aún siendo difícil luchar contra estos tres aspectos, la ciudadanía lo percibe mas como falta de valentía para esa lucha, que como una falta de capacidad para intentarlo. La ciudadanía castiga más la apariencia de valor careciendo de él, que su falta real.
Pero sin duda la tercera pata del banco que nos falta, es la necesidad de que quienes representen al socialismo sean personas capaces de transmitir al electorado no solo lo acordado sino el cómo conseguir hacerlo realidad. Eso no será posible tampoco sin la valentía citada. El valor de saltar al ruedo y decir que pese al coste personal y a que se conocen las dificultades que habrá en el camino, uno está dispuesto a hacerlo a cualquier coste. Es el precio a pagar por obtener el reconocimiento del liderazgo interno, y lo que es más importante, por recuperar la confianza de la opinión publica.
El mecanismo de primarias aprobado significa que van a cambiar todos los cálculos existentes, puesto que cambia el electorado. No decidirán las direcciones  del partido sino los votantes que decidan participar, militantes o no. Quienes quieran liderar cualquier ámbito, ya deberían estar dando a conocer sus ideas y proyectos, aunque la fecha se fije más adelante.
Pero no es una cuestión de personalismos. No se podrá acometer esto solo, sino con un equipo preparado y comprometido, porque si importante será la cabeza visible, tan importante como eso será a la vez demostrar que no se está en un proyecto personalista, sino en un proyecto colectivo. Será el adiós del candidato al uso, para dar paso al candidato capaz de huir de las frases hechas, de las consignas  y de los tópicos, para hablar con la claridad que un país serio y una ciudadanía formada necesita.
Será el momento de hacer verdad la frase de “el voto no se pide, se merece”. Este partido ha estado muchos años utilizando lo que un amigo llama los “mirlos blancos” que salían de la nada como los mas validos, para si no ganaban la contienda electoral, desaparecer de la primera línea en poco tiempo. No es un momento para esos elegidos por unos, sino el momento del elegido elegida por todos y todas.
Con un proyecto diferente al PP, con un discurso creíble y creído de defensa de las clases trabajadoras, y unos candidatos preparados y lejos del modelo tradicional, ese retorno al ejercicio del gobierno parece más cercano. Sin embargo no se puede olvidar que quien quiera dar el paso adelante no puede esperar hasta la fecha de las primarias, o quien espere llegará tarde.
¿Alguien está dispuesto a dar el paso? Se le espera.

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