
Cuando todos creíamos que un ERE era algo que resultaba inevitable en España por la crisis económica, mire usted por dónde con la huelga de las basuras en Madrid, de pronto nos damos cuenta que el despido o la rebaja salarial drástica no es la única solución a estos conflictos, como hasta ahora se nos ha hecho ver por el gobierno del PP y por la CEOE. Sin duda los representantes sindicales merecen ser felicitados.
Que la
señora alcaldesa de Madrid no ha sabido gestionar esta crisis, cada vez es menos
cuestionable para los madrileños, inclusive para sus correligionarios de
partido. Pese a que, en una primera fase, ha querido ganar tiempo para que los
trabajadores se aburrieran, y luego ha intentado que los ciudadanos cargaran contra los trabajadores,
no lo ha conseguido. Pero lo mas vomitivo ha sido el final, en el que ha tratado colgarse la medalla del acuerdo alcanzado
y de paso poner flores en una Reforma Laboral. Es esa Reforma la que está
detrás del origen del problema, y no detrás de su solución como pretende
vendernos ella y su partido..
Y es nauseabundo,
porque si como Botella dice, se hubiera resuelto gracias a la Reforma laboral, no
tendría ninguna explicación que la solución, no hubiese llegado antes que la
huelga, y este país en general y su capital en particular, se hubiesen ahorrado
un conflicto que ha transmitido en el
exterior una imagen que pueden merecerla sus gobernantes, pero no el pueblo
español.
Esta situación
vivida durante diez días, es una muestra
de la política a la que las empresas (con el beneplácito del gobierno del PP), están
sometiendo al conjunto de los
trabajadores, consistente en tensar la cuerda al límite, sabedores de que si se
rompe lo hará por el punto más débil, y que no es otro, que el del obrero cuya
familia depende del mísero salario que le pagan.
Sin
embargo, aunque con los empleados de la limpieza parece que han pinchado en
hueso en esta ocasión, no es menos cierto
que han logrado una rebaja salarial, aunque disfrazada. Seguramente,
y en pocos meses veremos si es así, les esperaran sorpresas por parte de las
empresas que no renunciaran a buscar formulas para aminorar sus plantillas, porque se mire como se mire, tanto las empresas como
el Ayuntamiento siguen teniendo la sartén por el mango.
El remate
final de la jugada por doña Ana Botella, ha sido pedir la regulación del derecho de huelga para evitar
de nuevo esta situación. Pero eso sí, que
esa regulación se realice por el parlamento donde el PP tiene mayoría. Si esta
señora realmente representase a los
ciudadanos en su conjunto, y no a los intereses de las empresas que sostienen a
su partido, no pediría su regulación al gobierno, sino que pediría al gobierno
a que instara a organizaciones empresariales y sindicatos a alcanzar un acuerdo
en esta materia. O sea, lo mismo que ha hecho ahora en la solución
del conflicto de las basuras, es decir, nada.
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