Cierto que la DANA sigue activa aún. Los números de posibles desaparecidos asustan. Pero habrá que analizar todo lo acontecido y saber cómo evitar que vuelva a repetirse, y no para arrojarse los muertos a la cara, porque nadie habrá querido que esas muertes ocurran. Si no aprendimos de la Covid-19, también nos costará aprender de esta catástrofe, pero habrá que intentarlo. Hay preguntas que deben responderse.
Primera ¿por qué tardaron tantas horas en avisar a la población de que no saliera a las carreteras? La alerta roja de la AEMET para la Comunitat se dio a las 7,36 hs del martes, que a las 8,04 hs vuelven a avisar de que “el peligro era extremo”, y pidió a los ciudadanos “no viajar salvo que sea estrictamente necesario”. La Generalitat valenciana no la trasladó a la ciudadanía.
Segunda ¿por qué no se mandó el ejercito antes? La respuesta es porque debe pedirlo la Comunidad Autónoma mientras no se haya elevado el estado de alerta al nivel 3. Y esta respuesta provoca otra pregunta ¿por qué no se declaró el nivel 3? Dice la Ley en el Artículo Primero de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio, que “Procederá la declaración de los estados de alarma, excepción o sitio cuando circunstancias extraordinarias hiciesen imposible el mantenimiento de la normalidad mediante los poderes ordinarios de las autoridades competentes”. Esto se complementa con la redacción del artículo Cuarto de esa Ley Orgánica 4/1981, “El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo ciento dieciséis, dos, de la Constitución podrá declarar el estado de alarma, en todo o parte del territorio nacional, cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad: a) Catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud”.
Ese es el marco legal en el que hay que moverse. Quienes solicitan ese nivel 3 están afirmando que la Generalitat ha demostrado que su negligencia por no estropear un puente festivo puede costarnos casi mil muertos. Pero no es menos cierto que cuando la incapacidad del Gobierno de la Comunidad Valenciana es evidente, el Gobierno del Estado debe intervenir.
Una tercera ¿Por qué nadie le pide al gobierno de la Generalitat que solicite el nivel 3 y entregue el mando? Podría haberlo hecho en lugar de pedir al gobierno que lo decrete. Porque puede hacerlo la Comunidad Autónoma, si entiende que no puede gestionar la emergencia, la que pida al Estado que asuma esa competencia. Una parte muy importante de nuestra clase política practica un negacionismo de lo que son hechos científicos, que con seguridad también ha contribuido a aumentar la dimensión de la catástrofe. El negacionismo casi siempre se casa con la mentira.
Una cuarta pregunta ¿por qué el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, aseguró el martes a las 13:00 que el temporal disminuiría de intensidad a las 18:00? Fue un pronóstico equivocado, que no concuerda con la información de la AEMET. La agencia dijo otra cosa, muy diferente: que la alerta roja era por el momento hasta las 18:00, pero que después podría continuar.
OPINIÓN
Cuando se culpa a Sánchez por no actuar, pocos recuerdan el precedente de la denuncia ante el Constitucional que declaró ilegal el estado de alarma declarado con motivo del Covid. Lo solicitan muchos que en sus muros a la vez aplauden la actuación del gobierno valenciano, como poco, curioso.Toda esta ola de acusaciones al gobierno central parece obedecer a una jugada que es de manual de oposición: la derecha prepara el terreno, se lava las manos y se reserva el derecho de culpar a Sánchez, haga lo que haga: si el Gobierno actúa, es centralismo; si no, abandono.
La tragedia es el reflejo y la consecuencia de un clima de "deslealtad institucional" que impide una coordinación efectiva entre las comunidades autónomas y el gobierno central. Si no reconoces a un presidente como legítimo, difícilmente le reconoces la capacidad y la obligación de ayudarte, y consideras que te estás bajando los pantalones si solicitas esa ayuda, o piensas que lo haces si prestas la ayuda. En una situación de relaciones de normalidad, una comunidad autónoma que necesita ayuda, la pide, y un estado que considera aplicar medidas excepcionales, lo hace sin temer las reacciones de la otra parte de las instituciones.
Pero también se debe mirar la actuación de la oposición, que tampoco facilita esa unidad que una situación como la que padecemos necesita. Hay tres maneras de actuar en el PP. Por un lado hemos visto a su líder Feijoo que su única preocupación es la crítica feroz al gobierno, buscando pescar votos en rio revuelto, algo a lo que siempre acostumbra sea el asunto que sea; por otro un presidente de la Generalitat que reconoce que desde el primer momento ha recibido esa ayuda y ha estado en contacto constante con el gobierno central; y luego otro PP que guarda silencio, que es fácil verlo encarnado en Ayuso, callada contrarianente a lo que en ella es lo habitual. Cada uno juega sus cartas, no como más interesa al país, sino como más le interesa a él.
EN POSITIVO
Intentando construir sobre este desastre, hay que pensar en que se debe hacer frente a las carencias que esta situación ha evidenciado, y porque en España no disponemos de un sistema de apoyo que funcione en situaciones de máxima exigencia. No es aceptable que con experiencias traumáticas como las que llevamos sufriendo, nuestro país carezca de reservas estratégicas para afrontar emergencias.
No son aceptables las burlas y críticas con las que algunos políticos de la derecha recibieron el sistema de alertas en el móvil. Cuando en septiembre de 2023, la Comunidad de Madrid estrenó estos mensajes de alarma, por la llegada de una borrasca las críticas fueron enormes, hasta incluso un alto cargo de la Comunidad de Madrid explicó en redes cómo se desactivaba en el móvil esa alerta. Hoy nadie ha reconocido que criticar este sistema se ha demostrado que es un error mortal.
Los científicos están para ser oídos. Hoy aún son cautelosos a la hora de relacionar esta brutal gota fría con la crisis climática. Todavía es pronto para sacar esa conclusión, pero es evidente que este tipo de fenómenos cada vez será más frecuente. Como evidente es que son muchas las edificaciones que están construidas sobre zonas sometidas a las inundaciones, por culpa de un urbanismo que ignoró lo más básico: que hay terrenos donde no se debe construir. Un dato, el 5% de las viviendas de Valencia lo están.
Toca primero realizar un análisis técnico y científico, y luego ya será momento de pedir responsabilidades políticas. Hasta que no haya un solo desaparecido, toca unidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario