Lo mejor y lo peor. Los ángeles y los demonios. Gente solidaria y saqueadores. Lo bueno y lo malo del ser humano. Los que informan y los que engañan. Los que limpian y los que ensucian. Es parte de nuestra cualidad de humanos. Si la gente a la que se le supone alguna formación mete a todos en el mismo saco ¿qué se puede esperar del resto de los mortales? No, los ciudadanos no podemos pasar de todo, y no querer enterarnos de nada, porque pensemos que es otro el que debe solucionarnos el problema. Y cuando algo nos sale mal, acostumbramos a señalar siempre un culpable que nunca somos nosotros. Si tengo una alerta, no importa, porque yo tengo que salir. Si el motivo de la alerta pone en riesgo mi vida, no es mi culpa. Solo tengo derechos, nunca obligaciones ni responsabilidades.
Luego están las consignas lanzadas: “Solo el pueblo salva al pueblo”, “Nos habéis abandonado”, “Somos un Estado fallido”, “El gobierno no hace nada”, “No dejan venir al ejército”. Consignas que buscan convencernos de que en política todos son iguales, y que calan entre los ciudadanos, mientras la ultraderecha aplaude hasta con las orejas, viendo como les está dando resultado el uso de lesa estrategia para incendiar a la opinión pública y desacreditar a las instituciones. Por lo que aparece en las redes, muchos han caído en esa trampa.
Mazón mantiene la coordinación. La Generalitat valenciana no pide la declaración de emergencia nacional. Aun así, el gobierno de España despliega la mayor operación militar en tiempos de paz. Indignación entre la población de las localidades afectadas contra el gobierno por la sensación de abandono. Pero no se quiere ver que la coordinación sigue siendo de la Generalitat. Cinco mil militares más ayer sábado, porque hasta ayer la Generalitat solo había pedido quinientos. Ya han llegado Av diez mil los guardias civiles. Han enviado un barco para alojar a todo este contingente. Son datos contrastados.
Una gestión autonómica espantosa que potencia la fuerza de esos mensajes manipulados y manipuladores. El pueblo es el bueno y el Estado el malo, como si el Estado no fuese el pueblo, o como si el pueblo no fuese el Estado. La ultraderecha que lanza esos mensajes debe haberse reconvertido de la noche a la mañana al anarquismo. Y como no, no faltan los famosos muy documentados (Bosé, Banderas, Paz Padilla y otros) opinadores sobre una realidad que demuestran que desconocen, tanto desde el marco normativo y competencial de situaciones de emergencia, hasta incluso sin saber la realidad sobre el terreno.
La democracia no es solo una forma de gobernarnos, sino que hoy es sobre todo, una lucha por defender la propia democracia, como el poder de los ciudadanos reunidos como pueblo. Pero no olvidemos que el pueblo también es una masa moldeable por la demagogia de demagogos profesionales, capaces de sacar de ese pueblo lo mejor y lo peor. En 1675 el cardenal de Retz escribió “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto, y despiertan de su letargo, pero de forma violenta”. Hoy lo hemos visto.
No mejoraremos solo halagando al pueblo, y olvidando que la administración no puede actuar por libre sino que está sometida a distintos controles que establecen responsabilidades y sanciones. Nos toca reconstruir, pero guiados por la ciencia y por la prudencia.
El desarrollo urbanístico, el priorizar la economía por encima de todo, algo tendrá que ver con lo sucedido. El empeño de las grandes ciudades por ser aún más grandes que la ciudad vecina, ser la más habitada, ser la más comercial, ser la más de todo, también tendrá algo que ver. Y algo obvio: por mucho que se repita, un bulo no se convierte en una verdad.
Definición de humanidad, calidad de la naturaleza humana.
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