Tenemos un gobierno central muy debilitado. Es imposible que recibiendo palos desde que se acuesta hasta que se levanta, se atreva a pegar un puñetazo en la mesa y tomar el mando.
Para empezar, tiene a toda la judicatura en contra y lo sabe, que van a buscar el más mínimo recurso legal para encontrar por donde condenarlo.
Sabe que está acorralado, que da igual lo que haga, van a culparle hasta de la muerte de Manolete. Está entre la espada y la pared. Si se atreve a hacerse con el control de la catástrofe se lo comen entre el Senado, los jueces y la extrema derecha. Y si no lo da, también se lo van a comer, por permitir que la gestión de un asunto tan grave siga en manos de un inepto.
Tampoco puede contar con los ciudadanos, que solo van a defender lo que los medios de comunicación les ordenen creer como verdad absoluta. Es increíble que no entiendan lo que significa Autonomía para gestionar la Comunidad y se crean que todo lo debe arreglar el ejército y sus recursos autonómicos no tienen responsabilidad.
Y la triste realidad es que, en medio de toda esta situación provocada por un desastre natural, la deslealtad política y el no reconocer al gobierno del Estado como democráticamente elegido y por tanto legítimo, es la causa de fondo que está dejando, que una gestión nefasta pueda dejar una comarca destrozada con muchos problemas para ver la luz al final del túnel.
El responsable de todo si es el Estado. Pero que el Estado no solo es Madrid, sino que está compuesto por gobierno central, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Todos son Estado, pero una parte ni gobierna ni deja gobernar.
Concluyo. La Constitución y el modelo de Estado y de relaciones entre sus componentes, necesitan una revisión urgente.
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