Los médicos de familia somos los más necesarios para que nuestro sistema de salud funcione. Sin embargo, somos a quienes menos caso se nos hace. Somos los que atendemos a la población más directamente. Somos quienes atendemos a los pacientes con procesos crónicos. Somos quienes atendemos a nuestros mayores. Somos quienes atendemos a quienes carecen de recursos, pero enferman. Somos los que atendemos a aquellos que nadie puede atender. En muchas ocasiones, ni el paciente sabe a ciencia cierta que le ocurre y nos toca indicar la vía de resolución que debe seguirse para abordar su proceso.
Realizamos la función de filtro del sistema, pero no de una parcela, sino de todo el sistema. Para que el reconocimiento quede en el centro hospitalario, donde le aplicaran mil técnicas exploratorias y diagnosticas, mientras a nosotros nos queda el papel de haberlo remitido o el descrédito del “menos mal que nos fuimos a la puerta de urgencias”. Allí disponen de todo, te estudian, te medican y que te siga tu medico de familia. Eres el encargado de hacer a tu paciente lo que otro ha decidido, de prescribirle esa medicación y si le dices que algún medicamento no es adecuado para él por problemas que en el hospital no conocen, eres el que no le ha querido prescribir lo que le ha mandado el especialista, porque tú no eres el especialista, aunque tengas una especialidad.
Todo es parte de ese entorno de maltrato a que nos somete el sistema. Si tienes colaboración con tus compañeros de hospitalaria es porque hay relaciones personales con ellos, no porque el sistema las tenga establecidas; no podemos pedir todas las pruebas que si puede pedir el especialista de hospitalaria; no todo se soluciona con trasplantes o con sofisticadas técnicas quirúrgicas, a veces se soluciona solo con una escucha al paciente que requiere que alguien le escuche con atención. Si no hay esa colaboración de forma reglada, y un reconocimiento a esa labor del primer escalón, llamar área sanitaria integrada a eso, es una falacia. De que esa colaboración y reconocimiento exista, además de en la administración, hay una gran parte de responsabilidad en los propios profesionales de uno y otro ámbito.
Querer que las plazas de Médico de familia se cubran en cada convocatoria MIR, es querer que los nuevos residentes asuman, guardias, contratos precarios, sueldos mejorables, conciliación familiar difícil, sino imposible, y sobre todo poco reconocimiento. Salvo el de tus pacientes, y no siempre. Puede intentarse una repesca para cubrir las plazas que cada año quedan vacantes, y algunas se cubrirán. Pero el problema de base está en la calidad, no en la cantidad.
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