Ser honesto en política en nuestro país está penado. En España los dirigentes honestos (que los hemos tenido en diferentes estamentos), han debido soportar acusaciones sin pruebas para por quienes han buscado defenestrarlos. Lo hemos visto en política, en gestión, en la iglesia y hasta en la justicia. De ese trabajo sucio siempre se han ocupado los grandes vividores de la política, con un argumento tan chusco pero que siempre presentan para justificarse: ellos nunca roban. Nos los venden como personajes decentes, pero son los más indecentes.
Es gente que en la mayoría de las ocasiones se han fabricado enemigos para justificar su incapacidad de actuar en defensa de los ciudadanos. En otras se han dedicado a inventar excusas para justificar porque permanecen inmóviles ante lo que requería su intervención. Sin embargo, con el paso de los años son ellos los que han logrado ser los grandes protagonistas de nuestra historia moderna, y han sido los que más provecho han sacado de la gran comedia de nuestra Transición. Incluso a alguno nos lo han vendido como padre de la Carta Magna, cuando la realidad es que más que actuar como padres, han ido a lo suyo.
La inmensa mayoría de esos perfiles han vivido en un conservadurismo postfranquista en el que se han sentido como peces en el agua. Con ellos hemos heredado la mayoría de los mantras del franquismo, a lo que ellos han llamado principios, pero que les han servido para que hoy seamos una sociedad acrítica con el poder y con la corrupción. Ellos son los máximos responsables de está mediocre democracia que tenemos hoy día. Muchos de ellos han tenido también en Catalunya su propio terreno de juego en el que hacer sus malabares. Porque no nos engañemos, no es diferente la derecha catalana de la del resto del país.
Esa manera de hacer política hace difícilmente entendible que en nuestro país la izquierda pueda gobernar con un consenso amplio con la derecha, aunque sean temas de estado. Al igual que no se entiende en el conjunto de España, tampoco se entiende que una Esquerra Republicana pueda gobernar con la derecha catalana, aunque les una el vínculo independentista. No es una cuestión de carecer de conciencia de estado, es que PP y Junts son representantes, no de una derecha tolerante, sino del capitalismo puro y duro.
Estos meses estamos comprobando como ambos partidos, PP y Junts, no muestran diferencias ni en su lenguaje, ni en las formas de boicotear la democracia, y ya ni se molestan en disimular que ambos solo consideran que s gobernando ellos hay legitimidad en el gobierno. Si Montoro decía "que se hunda España que ya la levantaremos nosotros", Junts también prefiere una Cataluña pobre y hundida, que solo ellos la levantaran, porque para ambas derechas la inestabilidad es la mejor manera de hacer ingobernables los territorios, con el objetivo de que el ciudadano de a pie, crea que es necesaria aplicar "mano dura", el cierre de fronteras, el ojo por ojo y diente por diente con el diferente. Eso sí, ellos mientras se llenan sus bolsillos a través de las empresas de seguridad, de los desokupas, de la antiinmigración, etc. Es su oferta política, la de la mano dura, aunque en su discurso aparezca como argumento que ellos representan la libertad, como vemos con Ayuso, con Feijoo, Abascal o Alvise.
Las derechas tienen un único objetivo: recuperar el poder a toda costa. Por eso al PP le viene de perlas mantener en el tablero político el Procés como antes hizo y sigue haciendo, cuando le conviene, con el terrorismo de ETA, o a Junts la represión y el exilio, porque no hay nada tan útil como un enemigo, cuando se carece de proyecto político. La derecha catalana prefiere su independencia del resto del país y le estorba la inmigración, y a PP y Vox le estorba una Europa social y le estorba cualquier inmigración (salvo que vengan a vendimiar el cava o a recoger los campos castellanos). La izquierda no pide ventajas sobre el vecino, ni quiere fronteras que separen a los pueblos, la derecha sí.
Ambas derechas utilizan el rencor, la envidia o la venganza bajo la justificación de salvar una patria etérea que solo existe en su imaginario, porque no es una patria donde quepamos todos y todas. No les gusta el federalismo ni la singularidad territorial, cuando esa progresiva capacidad de decisión, quienes más lo han fomentado son ellos mismos ¿O no fue Rajoy quien se dedicó a recoger más de 5 millones de firmas contra el nuevo Estatut? ¿es que no fue una justicia donde esa derecha tiene sus tentáculos la que acabó con un modelo que había votado una mayoría de catalanes y catalanas? Ese es el origen de todo lo que luego ha pasado, y de lo que hoy sigue ocurriendo.
AL final PP y Junts pactaran y ambos lo saben porque unos a otros se reconocen como “de los suyos”. Ahora tenemos a Puigdemont haciendo el papel de niño rebelde del instituto que alborota el patio, pero su padre es amigo del director y no lo expulsaran. Si no te lo crees ¿te has preguntado cuándo va a encontrar esa justicia de trinchera tan derechizada y ágil contra la izquierda, un hueco para juzgar a Pujol después de que llevemos 9 años con la investigación cerrada?
Buen finde
No hay comentarios:
Publicar un comentario