O algunos van de listos, o es que los otros, nosotros, les parecemos tontos. Que nos cuenten, que el domingo vamos a asistir a un plebiscito, es la demostración de ello, y una falta de respeto a la diversidad ideológica de nuestros ciudadanos.
Las elección europea del domingo, para empezar, es singular. Cada elección es diferente a otra, y estas no tienen nada que ver con las de hace cinco años, aunque también fueran europeas, especialmente porque en aquellas también fueron elecciones municipales y autonómicas, lo que estimuló la participación. Por lo tanto, quienes acudirán a votar el domingo serán muchos menos, y eso les quita cualquier marchamo de plebiscito. No elegimos entre Sánchez y Feijoo, sino como queremos que sea la Europa a la que pertenecemos, o una Europa dominada por los poderes económicos o una Europa que apueste por el bienestar de sus ciudadanos.
Tampoco elegiremos el mismo número de diputados que en 2019. Entonces fueron cincuenta y cuatro y ahora serán sesenta y uno los que elijamos. Por mucho que nos cuenten, a los dos grandes partidos no les vale igualar sus resultados de entonces en escaños, o sacan más, o será que se conforman con menos.
Pero, sobre todo, el PP no puede afrontar una campaña electoral en la que no ha planteado ni una sola propuesta de política europea, y se ha limitado a continuar con su obsesión por el sanchismo. Y eso tiene un coste.
Hace unos meses, nada, veíamos a un PP que jugaba con mucha ventaja en las generales, pero con su torpeza la dilapido. Hoy, la ventaja que aun mantenía, en estos meses de nuevo con su estrategia errónea la ha dilapidado. Que ahora diga que con el resultado que saldrá el domingo va a forzar a celebrar elecciones generales, suena a broma. Que diga que va a hacer una moción de censura con el Junts de Puigdemont es preparar de nuevo el ambiente para decir aquello de no soy presidente porque no quiere. Como diría el humorista, es otra “tontá”. El PP ya ha perdido, porque no pueden ganar un plebiscito que no es tal.
Viven una disputa por el voto con la ultraderecha, y encima el saldo es favorable a Vox, porque Abascal es el voto autoritario en España, y competir por ese espacio solo lo hace Ayuso y en Madrid. Y por si eso es poco, ese cambio en las expectativas del PP que se ha producido, es porque en nuestro país, la gente puede votar lo que en cada momento crea. Su error es creer que todos somos como ellos, porque no se enteran de que hay una mayoría de españoles respetuosos, serios, decentes y solidarios. Los ataques personales que vemos son falta de respeto; decirnos cada mañana algo distinto a lo de ayer es falta de seriedad; no es decente negar que el ejército israelí está matando a la gente corriente en Gaza, y no es solidario hablar mal de la inmigración que les cultiva sus latifundios y les cuida a sus mayores.
España necesita una derecha moderna. Y lo más llamativo es que quien más la necesita es el PP.
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