No es necesario ser drogadicto para sufrir alucinaciones. A algunos nos basta con leer algunos artículos, opiniones, o versiones interesadas de los hechos.
Parece que con la ley de amnistía, se está amnistiando a los autores del 11 M. En realidad lo que se amnistía es a ciudadanos acusados unos de abrir los colegios, a otros de poner unas mesas con unas urnas, a otros de acudir allí y vota, y a otros de desordenes públicos pero no de actos terroristas. Supongo que es eso lo que muchos se oponen a admitir que se amnistíe. Puedo entender que mucha gente se sienta ofendida, pero de ahí a considerar la ley una ignominia y montar un pollo de este tamaño hay un trecho.
Puedo entender que los jueces se apliquen con esmero en buscarle las vueltas a la norma, pero no que pretendan sustituir con su visión al legislativo que hemos elegido entre todos. Con esa forma de actuar, lo que es evidente es que necesitamos más urgentemente, una renovación del colectivo judicial, que nuevas leyes, si es que queremos alcanzar una democracia consolidada. Los jueces no deben dedicarse a hacer política, al igual que los legisladores no pueden dedicarse a hacer de jueces.
Aprovechando la fecha que es hoy, 8 de marzo, viene a colación la ley del Si es Si. No entiendo que si la Ley del Si es Si buscaba aumentar la protección de las mujeres, un juez se permita retorcer con su interpretación ese espíritu y esa finalidad que la ley perseguía. Si uno busca la definición de lo que es un fraude de ley, leerá que este se produce cuando los actos realizados al amparo de una norma busquen un resultado contrario a el espíritu de esa norma, y esos actos nunca pueden impedir la debida aplicación de la norma. Eso, o se hace porque se es un incompetente, o se hace a sabiendas de que se está actuando mal. Por lo tanto, lo ocurrido, no anda muy lejos de lo que se define como fraude de ley.
No sé cuál es más grave de esos dos tipos de actuaciones. Pero supongo que con la ley de amnistía veremos algo muy parecido al interpretarla, unos serán unos incompetentes al aplicarla y otros la aplicaran a sabiendas de que lo hacen saltándose la finalidad que persigue esa norma.
Todo vale antes que admitir que el poder emana del pueblo, y no del dinero ni del ordeno y mando por mucha toga que uno se ponga. Habrá ley, pero el calvario empieza ahora con las interpretaciones.
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