Lo de Ortega Smith no es un acto de concejal, sino de macarra, chuleta y violento. Se retrata solito. No se podía esperar otra cosa de este personaje.
Su agresividad la irradia desde el primer día que apareció en escena, y tarde o temprano tenía que demostrarla. Este es el tipo de política que han venido a hacer. No vienen a aportar, sino a destruir y desprestigiar a la democracia.
Pero el problema no son ellos, incapaces de disimular su calaña, sino quienes los votan, que deberían saber que si no vivieran en democracia ni existirían como partido. Son el franquismo que era de todo menos democrático. Sus votantes deberían repasar la historia, pero en libros escritos sobre evidencias y no leer los relatos interesados que cualquier indocumentado les cuenta. No deberían olvidarse que los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetirla.
Necesitamos una legislación que haga que cualquier persona que en el ejercicio de un cargo público en estado, autonomías o ayuntamientos, mienta, robe o ejercite actitudes de violencia, sea inhabilitado para ejercerlo de por vida, porque mañana será tarde para lamentarlo.
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