Demasiados intereses, que generan demasiadas manipulaciones, y que nos impiden conocer lo que de verdad está ocurriendo. Los informadores no nos relatan los hechos, nos dan sus opiniones. Los ciudadanos solo somos su mercancía, monedas de cambio con las que los creadores de opinión comercian. Filias y fobias, pero siempre tienen un culpable al que condenar. El objetivo de esos mercenarios es muy claro: que nunca puedan ganar los ciudadanos de a pie. Son tránsfugas del periodismo, que encuentran en su partidismo su fuente de ingresos, dinero que cada vez les aleja más del periodista de siempre (mal pagado y hasta mal considerado), gentes que nada tienen que ver con los periodistas que viven y sienten los conflictos en carne propia.
Antes de creernos una información, nos obligan a tener que pensar, quien es quien nos la cuenta. Lo comento respecto a la situación generada entre Sumar y Unidas Podemos. Demasiado interés en acabar con ambos. Se dicen y se escriben miles de visiones, todas interesadas, unas, pro-Sumar o contra UP, otras, pro-UP y contra Sumar. Mientras la derecha se frota las manos, porque asisten a la enésima división y ruptura dentro de la izquierda, una más de las muchas a las que hemos asistido en este país nuestro. Le llaman a ese divorcio “un intento de representación de diversas sensibilidades políticas de izquierdas”. Olvidan quienes se lo creen que nunca hay verdades absolutas. Que pueden tener, o no, razón todos, pero no es lo que ellos nos cuenten, sino que es a los ciudadanos a quienes nos toca escoger nuestra propia interpretación de los hechos. Pero antes de hacerlo y decidir la dicotomía, deberíamos desdramatizar la vida.
En todo colectivo, y más en aquellos donde hay personas con pensamiento libre y con criterio propio, hay diversidad de posiciones, sin olvidarnos de que, por ser personas, además algunos tienen bastante fuerte el ego. Eso choca con un hecho irrefutable, que hay demasiada gente que solo mira a la política cuando llegan las elecciones. No les importan las guerras internas que haya entre los trabajadores del almacén, sino lo que al final les muestra como oferta el escaparate.
En política hay que tomar las decisiones correctas, no para el bien de tu partido, sino para el bien de tus proyectos. En política no deberían existir las decisiones para sobrevivir, porque si alguien las adopta, solo indican que su muerte está próxima. Y ese ciudadano al que solo le preocupa la política en periodo electoral le rematará. Vivir en el bunker te conduce al olvido, porque el público piensa que no todos pueden estar equivocados menos tú.
La izquierda no puede estar a la vez en el gobierno y en la oposición, en misa y repicando, porque así no resulta creíble, aunque se muestre como lo que es en este sistema, la víctima. Debe aprender a asumir el precio o el coste de estar en un lado o en el otro. La suma de los votos de dos partidos nunca es el resultado de votos que obtendrán si se unen. Pero si se está al borde de la existencia, ir juntos, al menos garantiza representación, porque nuestra ley electoral hace que el bloque sea más grande con menos votos y que pueda obtener más representación, especialmente en las circunscripciones pequeñas.
La sabiduría del militante, y del votante, es aprender a distinguir entre quien te engaña y quien no. Afirmar hoy quien acierta o quien se equivoca al tomar distintos caminos, es una lotería, porque eso solo nos lo dirá el paso del tiempo.
Buen fin de semana.
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