ncreíble pero cierto. Fue en el Hormiguero, ese programa tan plural, en el que se informa solo de hechos ciertos y contrastados, y donde las opiniones que se vierten son asépticas políticamente.
La entrevista fue el cómo se puede usar un referente de la izquierda en beneficio de la derecha de cara a las europeas. Toda una constatación de que para la derecha el único líder de izquierdas que les parece bueno es el que ya ha fallecido o el que ya no tiene ningún poder en la izquierda. En resumen, el que ya no les molesta.
La entrevista nos mostró un derroche de soberbia, de ego, de narcisismo, de nostalgia. Un personaje con memoria selectiva o desmemoria, convencido de que el pasado es el presente, verbalizando recuerdos distorsionados, con olvidos selectivos. Una demostración de que se puede envejecer de diferentes maneras, y esta no es recomendable. Demasiado olor a dinero.
Pero lo peor su desprecio a Zapatero, de quien ha debido olvidar que ha sido el único presidente de nuestra democracia al que no le han condenado ni procesado por corrupción a ningún ministro de su gobierno.
Ese Felipe era otro, no al que conocimos en el socialismo de la transición. No causaba enfado, sino pena y lastima.
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