Quienes recuerdan lo que significó el 15 M, hoy lo perciben como algo parecido a lo que, entonces, representaban los partidos tradicionales contra los que surgió como protesta en las calles y plazas. Pero la percepción que se tiene ahora de lo que se nos avecina, es mucho más sombría y aterradora incluso que la actual.
Nada resulta hoy ilusionante ni esperanzador. Vuelven las sombras y la desconfianza en nuestro sistema democrático. A ello contribuyen en gran medida, las respuestas insuficientes al cambio climático, las guerras que demuestran la incapacidad de la ONU para establecer un orden mundial y hacer que se respeten los derechos recogidos en sus propias declaraciones, la hipérbole dialéctica con la que se habla de todos los problemas nacionales sean cuales sean, o los avances progresivos de la ultraderecha en muchos lugares del mundo. Todo decepcionante.
Mirando esa situación en nuestro país, es cierto que no hemos llegado a las situaciones de Hungría, de Italia, de antes Brasil o ahora de Argentina. Sin embargo, tenemos algunas similitudes con ellos, como una política migratoria impropia de un gobierno de izquierdas, un enrocamiento en la política económica que se parece mucho al de los gobiernos liberales, o unas políticas sociales que, aunque poco a poco avanzan, lo hacen más despacio de lo que en la izquierda nos gustaría. Solo parece que tenemos un gobierno de izquierda por las broncas que monta la derecha en cuanto se plantea la defensa o mejora de cualquier derecho ciudadano.
Pero posiblemente, como está el mundo, puede que los españoles volvamos a ser algo excepcional como país, pero indudablemente un gobierno frágil, por las dependencias de sus decisiones a la voluntad de partidos que, no por ideología sino por interés, sostienen el gobierno. Un gobierno de coalición, donde su ala más a la izquierda debe conformarse con ser parte de la defensa de lo logrado, e ir aplazando lograr más cambios aún sin renunciar a ellos. La izquierda se ha vuelto pragmática por necesidad.
Decimos “salud y republica” como reflejo de nuestros deseos, pero sabedores de que la salud solo es un estado del cuerpo que no augura nada bueno, y que la republica es un sueño que se retrasará mientras tengamos que continuar gastando las energías en la lucha continúa contra una derecha cada vez más semejante a la derecha extrema. Pero en ningún caso podemos conformarnos o se retrocederá todo lo avanzado, aunque se haga imprescindible mostrarse suaves, para no ahuyentar un voto poco ideológico y muy mediatizado por los medios de manipulación. No será fácil a la Izquierda mantener un discurso propio, pero hay que hacerlo, si se quiere conservar un electorado, que como señalaba al principio, está desesperanzado.
Lo acontecido con la moción de censura en Pamplona, y como ha sido la respuesta de la derecha a su anuncio, es una muestra de que avanzar en una visión e implementación progresista de la democracia es cada día más difícil, ante las proclamas de esa derecha y su soporte mediático, capaz de publicar mentiras o verdades a medias, pero siempre contar solo la parte que le interesa. Nos presentan la moción de censura como una claudicación ante una fuerza terrorista, posiblemente con un tono mucho más elevado Del Real, propiciado por el error cometido antes por el PSOE que se ha visto forzado a cambiar su discurso respecto a EH Bildu.
Admitido eso, la reacción de la derecha viene a demostrar que todos los avances que se han producido en nuestra democracia, son hoy atacados sin ningún freno, intentando hacernos retroceder en el tiempo, cambiando el relato de los hecho y tratando de que no recordemos como actuó esa misma derecha cuando tuvo necesidad de hacerlo para alcanzar el poder. Cuando Aznar defendía, hace 25 años, que era mejor ETA en un escaño que empuñando las armas, todo era lógico, cuando ahora lo ha hecho, vuelven a ser los terroristas de toda la vida, como si ese avance del abandono de las armas no se hubiese producido nunca.
No admiten que EH Bildu no es ETA, sino una coalición de los partidos que llevaron a ETA al abandono de la lucha armada. Sin embargo, se los dibuja a todos ellos como uno solo, y que todos son herederos de la banda terrorista. No es verdad, porque no solo está Sortu (antiguo Herribatasuna), sino que en Bildu también está Eusko Alkartasuna (la de Carlos Garaicoetxea que fue lendakari) que era una escisión del PNV, también está Aralar cuyo dirigente estuvo amenazado por ETA, o por Esker Batua, que era la Izquierda Unida de Euskadi. Pero eso parece carecer de importancia, solo importa que sean los herederos de ETA para justificar el discurso de un Feijoo al que cada día es más difícil desvincular del discurso de Abascal, y que ha pasado de decirnos que lo más miserable era la amnistía, a decir hoy que lo más miserable es la moción de censura de Pamplona.
Seguimos viviendo en la irrompible España, aunque se rompe a cada hora de cada día según algunos. No quieren que se sepa, que el candidato de esa moción de censura a la alcaldía pamplonica ya fue alcalde de Pamplona, curiosamente en tiempos de Rajoy, y que ha condenado los asesinatos de ETA. Tampoco dicen que UPN no es el partido más votado en esa ciudad, ni tampoco que la derecha es minoritaria en Pamplona. Ni se dice que, en esa moción de censura, además de los socialistas, están Geroa Bai (la formación de Uxue Barcos que fue presidenta de Navarra) o Contigo que es una coalición donde está Podemos. Solo interesa que el resto de España solo tenga claro que el PSOE del sanchismo ha pactado con los que son herederos de los terroristas, aunque ETA lleve muerta trece años. Incluso que es el pago a Bildu por su apoyo a la investidura de Sánchez. Todo les vale.
Lo que debería verse como un triunfo de la democracia, se usa de nuevo sin escrúpulos para desgastar al rival político. Por eso, no es esperanzador el panorama que se avecina a los españoles para este futuro inmediato, porque para muchos es preferible, recordar lo malo de ayer, antes que poner en valor los logros democráticos conseguidos. Los que tanto ensalzan nuestra “modélica” transición, no quieren saber que esa transición se inició cuando no hacia ni dos años de los últimos asesinatos del franquismo, y que fue la concordia y el perdón lo que nos permitió salir de esa dictadura y de las dos Españas. Ellos no dos, sino trece años después del último asesinato de ETA, siguen empeñados en convencernos de que ETA sigue matando. Rechazan aplicar a los demás, el pasar página como si hicimos con su fundador Fraga y con otros de sus predecesores heredé del franquismo.
No va a ser fácil la convivencia si desde la derecha se continúa con este discurso belicista y con su altavoz mediático a todo volumen. Es malo para el hombre no saber aprender de la historia, pero lo que realmente más que malo resulta perverso, es no querer aprender. Eso solo nos sirve como país para andar hacia atrás como el cangrejo.
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