viernes, 16 de agosto de 2024

Día de todos los santos, víspera del de los difuntos.


Ya sabemos que solo existe una noticia positiva en España, que la niña princesa ha jurado la Constitución. Una muestra de que nuestra democracia se debate entre la realidad del atavismo medieval de una monarquía y el tinte democrático que los medios amarillistas quieren darle a esa forma de gobierno. Pero hay otros asuntos que afectan más a nuestro horizonte inmediato como país: se han acelerado las conversaciones para la investidura, y ayer se producía un acuerdo Psoe-ERC. Lo importante es que ese acuerdo sea de legislatura y no solo de investidura, y se vulnere en pocos meses .
Mientras, en la derecha, tenemos más de lo mismo. No quieren saber nada de cuando, en los días previos a la aplicación del 155 a Catalunya, RAJOY ofrecía la AMNISTÍA a Puigdemont (está en una entrevista publicada en esos días en ABC); tampoco recuerdan cuando, para conseguir el apoyo de CIU un Aznar buscando su investidura, como presidente de gobierno, amnistió a dieciséis terroristas (así los llamaban) de Terra Lliure (no hace tanto, era 1996). Entonces todo era constitucional. Hoy nada lo es, según ellos.
No se si se habrán dado cuenta en la derecha, pero están consiguiendo que catalanismo e izquierda encuentren formulas de diálogo y acuerdos. Eso sí, mientras esto acontece, la derecha judicial acecha, y no se le puede dar un milímetro de margen, porque si eso sucede, les estaremos dando una nueva oportunidad para implementar su proyecto de involución. Aunque todo se andará, da igual cómo de bien se haga la ley, porque los jueces conservadores retorcerán su interpretación. El problema no será la ley sino los jueces.
Esa es nuestra derecha de bolsillo y poltrona. Porque luego está la derecha de la calle, esa que suele opinar según la televisión que ve, o el diario que lee o les leen. La que ve como muy merecido que seas princesa solo por ser la hija, sin analizar sus méritos. Muchos se olvidan o pretenden ignorar, que este es un régimen parlamentario, y así solo ver que el PP ha ganado las elecciones y que le corresponde gobernar por ello. Otros nos hablan de una amnistía impuesta, que como no iba en el programa electoral no se debería aprobar. Para otros, juntarse con Puigdemont es una vergüenza, que lo es negociar con un prófugo que huyó en el maletero de un coche, o que es pactar con un ladrón y que con el se ha acordado un referéndum en secreto. Los más ilustrados dicen que esto no es negociación sino chantaje, y otras lindezas. AL final todos concluyen con el gran mantra: Sánchez lo hace todo por permanecer en la Moncloa. Ninguno de estos opinadores, quiere saber nada de cuantos robos y chantajes se gestaron en esa derecha, ni cuantas cosas hicieron sin que figurasen en sus programas electorales (cuando hacían programas), ni de que todo lo que ahora contra las urnas se hace por la derecha, es para alcanzar el poder, es decir, por lo mismo de lo que acusan a Sánchez querer conservar. Siempre critica y nunca propuesta,
Esto es la política, y o se asume que está llena de falacias, o mejor no se piensa en el porque de muchas cosas. Quien llega a una presidencia en una institución suele afirmar que será presidente de todos, de los que le votaron y de quienes no, olvidando que las decisiones políticas favorecen a unos, pero no a otros, y por lo tanto nunca gustan a todos. A mí no me ha gustado que Feijoo no asista al acto de homenaje a las víctimas del golpe de estado de 1936 que convocó el gobierno y, sin embargo, afirma que quiere ser el presidente de todos. Tampoco comparto que un alcalde del PP retirara los versos de Miguel Hernández de un monumento, ni que no se haga hija predilecta de Madrid a Almudena Grandes, y ,sin embargo, ese señor se pasa el día diciendo que es el alcalde de todos. Eso es la política, y entenderla solo desde la visceralidad, conduce a la intolerancia y al revanchismo, que es lo que nos está ocurriendo. Pero tampoco admitirán, que esta derecha española no se parece en nada a la europea, y que ese riesgo de consolidar un revanchismo sangrante no le preocupa. Hablan de una España a la que hacer concesiones a los independentistas la rompen, pero a la vez se sienten orgullosos del golpista que en 1936 nos la rompió a tiros. Ellos le exigen a Bildu que condene los crímenes de ETA, pero ellos no condenan ni el golpe de estado del 36 ni sus crímenes, pese a que quieran o no, fue un golpe de estado.
No les gustará a muchos que Sánchez obtenga los votos independentistas para su investidura, porque aún tienen la esperanza de que, si se repiten las elecciones el próximo 14 de enero, la suerte les caiga de su lado. No les gusta Sánchez, y se entiende, pero deberían empezar a reconocerle que es más duro de roer de lo que ellos se pensaban. Tampoco a muchos nos gusta Feijoo a otros, y menos aún Abascal, pero si llegan al gobierno, deberemos reconocerles su constancia, aunque hayan utilizado todo lo habido y por haber (poder judicial incluido), para conseguir arrimar la ascua a su sardina.
Somos diferentes, porque ellos jamás reconocerán la capacidad política de Sánchez, mientras nosotros a ellos les admitiríamos que nos gobernasen. No les tenemos miedo, porque sus antepasados eran mucho más duros y les sufrimos cuarenta años, y a pesar de sus excesos, los que ya pintamos canas aquí seguimos, en vísperas del día de todos los difuntos, aunque algunos de ellos sigan aún en las cunetas.

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