Rato y Zaplana están estos días ante un juez. Son el recuerdo vivo de la corrupción del PP en los años de Aznar. Se creían impunes, por encima del bien y del mal. Son una muestra del engreimiento de los cargos públicos de ese partido.
Más alto que llegó Rato no llegará nunca Ayuso y verle sentado en el banquillo y repudiado por su propio partido debería ser suficiente para tomar nota.
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