miércoles, 30 de agosto de 2017

PONGAMOS QUE HABLO DE RAJOY


Mariano comparece, pero a la vez que calla. Los demás son para él unos inquisidores que no buscan la verdad, que solo quieren obligarle a comparecer. Sabe que debería explicar lo que sabe de la Gürtel, pero siempre le dio buen resultado limitarse a criticar a la oposición, No piensa en responder, sino en debatir con quien le interpela. Al menor descuido, hasta les dará un mitin.  Dirá que está cansado de comparecer, pero no se cansa de decir, porque nunca dice nada. Le pedirán que dimita, pero no les escuchara.

Hoy se ha mostrado como un auténtico maestro del arte de no parar de hablar para no decir nada claro. Su defensa inexpugnable: una mayoría de los españoles me apoyan en las urnas, chúpate esa. Por eso se muestra chulesco, él puede reírse de los de a pie, no le importa saber que lleva razón la oposición y que tendría que haber dimitido. Para eso están las falacias. Falacia tras falacia. Y si no Hernando vendrá con más falacias todavía.

Esquivador de asuntos, saliendo por peteneras. Sabedor de que a su favor juega una televisión de contenidos insulsos que funciona mañana, tarde y noche. Solo le molesta que, pese a todo, no puede evitar que la sospecha recaiga sobre él y sobre su partido, Pero no importa porque esto es su España, la una, grande y libre, la diferente. No le importa que en cualquier país con una democracia de calidad, un partido con tantos rincones oscuros como el suyo, ya estuviera ilegalizado. Aquí no, esta es su España.

Ya se sabe que el acostumbrarse a mentir, enseña a no decir nunca la verdad. Ya se sabe, que si aplaudes al criminal, seguirá cometiendo crímenes. Pero aquí parece que no se sabe. Puede parecer vomitivo por tolerante, o vomitivo por ser un inútil que no se entera. Puede ser mentiroso por faltar hasta a su propia verdad. Puede ser un testigo corrupto porque miente. Pero le veremos prepotente, soberbio, presidente de una mala democracia en la vieja Europa, donde siete millones de votantes han llegado a ver como cosas normales la financiación ilegal, el lavado de dinero, los sobresueldos en negro. Por eso se permite dar lecciones de legalidad y democracia en sus viajes por lo largo y ancho de este mundo (siempre le gusto más el Capitán Tam que Locomotoro).

Esa es su estrategia, la del “no me acuerdo, no era mi labor, lo desconozco, etc.”, Siempre le ha salido bien, y no le importa aparecer como un impresentable, cínico, que nos avergüenza a todo el país hasta a quienes le votan. Su estrategia es la buena, que para eso le nombraron  jefe de sala de un chiringuito infame. A veces se da cuenta que empieza a mostrarse un tanto mediocre, pero no le importa, convencido de que en política el fin justifica los medios. Con su estrategia ha convencido a muchos de que en política todo está corrompido, y él se ha visto obligado a transitar por ese camino.

Por eso no se siente responsable de que se robe dinero público, o se destruyan discos duros, o se recorten los brazos de la  justicia, o se dificulten las investigaciones policiales, o de que sus amigos paseen en los paraísos fiscales. No le importa que el mundo vea una España triste y corrompida, todo vale si él es el presidente. No admite que un niñato le llame indecente, aun sabiendo que se ríe de esa España y de los españoles. La respuesta es mostrarse arrogante, considerar que toda la oposición es una panda de pardillos, faltos de estrategia e inteligencia.


Él es Rajoy, el registrador de la propiedad. Y siempre ha tenido muy claro, que la sinceridad en España está sobrevalorada. No es capaz de imaginarse un país donde todos sus políticos digan la verdad- Tampoco necesita imaginarlo, porque sabe que los votos que recibe, sirven para taparlo todo, hasta sus vergüenzas.

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