Rajoy hace la estatua, no se mueve, no quiere que se le vea, no le hace falta mientras los otros candidatos anden a la gresca entre ellos Tampoco está obligado a hacer nada, porque todos sabemos que no tiene que hacerlo, al no depender de sí mismo. La única opción de no repetir elecciones pasa por el PSOE, pero no lo espera. Además está viendo la que en dos días se ha montado en las filas socialistas, y él se parte de risa. Está en su casa viendo que es el candidato que menos desgaste sufre por la situación de inestabilidad e incertidumbre surgida el 20 D.
Incluso se permite aparentar que con su gestión puede ir de sobrado, y así busca que todavía alguien se crea su mensaje de que los sacrificios soportados eran necesarios y que nos los ha impuesto por nuestro bien, pero además nos apostilla que su obra salvadora está inacabada. Está tranquilo, porque en su partido pueden ser más corruptos que él, pero ninguno le supera en tener el cinismo necesario para mentir mientras nos sonríe y frunce el cejo, y sentirse ofendidísimo porque le califiquen de indecente. Sabe que eso le convierte en un líder del PP aún no amortizado políticamente. Y está contento, porque está consiguiendo que los demás se peleen entre ellos, lo ideal para garantizar que se repitan las elecciones son esos enfrentamientos, y todo sin que tenga que mover un dedo para que eso ocurra.
A nadie como a él le interesa que se repitan elecciones. Su único movimiento de ficha ha sido el anuncio de que será candidato, convencido de que contará con el voto fruto del desencanto que ya manifiestan muchos votantes de Ciudadanos. Sabe que solo puede subir en votos, a añadir a los que son su suelo electoral, un voto cautivo impermeable a la corrupción y a los errores de gestión. Mientras, fuera de la Moncloa, hace frío para los demás, y disfruta.
En el PSOE contempla que va a seguir su sangría de votos cualquiera que sea el candidato, y lo ve como el partido que más tiene que perder en cualquier supuesto, tanto si hay nuevas elecciones, como si se abstiene y permite la investidura de Rajoy. En Ciudadanos no les cabe el miedo en el cuerpo ante al desastre electoral que intuyen que se les avecina si se repiten las elecciones. Por eso están dispuestos a todo con tal de que empiece la legislatura. Y en Podemos le están haciendo el trabajo sucio machacando al PSOE, con lo que hace cada vez más imposible un acuerdo por la izquierda y se esfuma la posibilidad de que le desahucien de la Moncloa.
Ante sus ojos ve un panorama magnifico para sus intereses que ni imaginaba hace una semana: elecciones anticipadas. El PP reforzará su posición, parte del voto PSOE se trasvasará a Podemos, pero los números le aseguran que ese trasvase nunca llegará a inquietarle, porque sabe que el PSOE mantendrá su suelo electoral. Todo a pedir de boca.
Está convencido de que tendrá un feliz 2016, haciendo lo que en estos cuatro años, absolutamente nada, porque el trabajo para que se quede en la Moncloa ya se lo hacen los demás. Mira desde la ventana de su coche oficial a los parados y pensionistas que caminan por la calle, y le viene a la cabeza la frase de la hija de su buen amigo Carlos Fabra en el Congreso. Mariano sonríe, sabe que no será culpa suya.
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