lunes, 17 de agosto de 2020

Antivacunas

En su libro Sivainvi, Philip K. Dick escribió “Es asombroso que cuando alguien suelta los disparates en los que uno cree, es posible percibirlos como tales”. Parece que algunos aún no han alcanzado ese grado de análisis. Solo así se puede entender que en plena oleada de brotes de coronavirus y sin que se haya superado todavía la pandemia, varios cientos de personas protesten por el uso obligatorio de mascarillas, y con proclamas como “queremos ver el virus”, “no a la vacuna obligatoria”, o “falsos test, falsos positivos”. No faltaron a la cita los "antivacunas", ni tampoco la siempre socorrida petición de dimisión del gobierno, los insultos a la prensa, o los gritos de libertad. Curiosa coincidencia con las proclamas ya escuchadas en el barrio de Salamanca no hace tanto.
Jugar con temas que afectan a la salud es algo muy peligroso. Todo puede ser fruto de una conspiración en estos tiempos. Ver una conspiración en la aparición de la pandemia, sin datos que lo prueben, es apostar en ese peligroso juego. Puede decirse muy alto, pero mientras no se demuestre lo contrario, nada claro prueba, que el coronavirus haya salido de un laboratorio o esté causado por una tecnología. También podemos pensar, que la manifestación de ayer es el fruto de una conspiración, pero parece absurdo siquiera imaginarse tal sandez.
Aquí se escuchan demasiadas sandeces en estos días. Empezaré por afirmar que desaconsejar el uso de las mascarillas hoy, carece de evidencia científica. Ni causan hipoxia, ni hipercapnia, ni cáncer, ni anulan el sistema inmunitario, ni aumentan la frecuencia cardiaca,. Si eso que se afirma fuese cierto, los países con mucha contaminación, donde llevan años usando las mascarillas, sencillamente se habrían extinguido.
Igual ocurre con la afirmación de que la pandemia se trata de una conspiración. Es una idea alentada por algunos, que suelen ser expertos en descubrir conspiraciones. Podemos empezar por la iglesia católica, la misma que veía en la llegada de la democracia a nuestro país, que era fruto de una conspiración judéo masónica. Ver como un cardenal se ha permitido utilizar un argumento tradicional de los antivacunas (las vacunas (ahora la del COVID-19 ) se fabrican con células de fetos abortados), sin haber escuchado a nadie de la cúpula vaticana responderle "¿por qué no te callas?, solo apunta en esa dirección de la "anticiencia" tan tradicional en esa organización religiosa.
Deberían saber, que los investigadores utilizan como medio de cultivo unas células a las que infectan, pero que han sido obtenidas de cultivos celulares en un medio artificial. Y aun procediendo de animal o de persona, han sido obtenidas de una muestra de tejido de un órgano (como por ejemplo de un pulmón), y de ahí se seleccionan aquellas células que puedan interesar en cada investigación. Luego se cultivan, y son células nuevas que nunca formaron parte del órgano del que proceden originalmente, y que ven así multiplicado su potencial para uso científico.
Ser antivacunas es algo que resulta chocante si se da un breve repaso a los libros de historia para comprobar lo que la humanidad le debe a las vacunas. Las vacunas han servido a lod humanos para protegernos de pandemias, desde que surgieron como forma de hacer frente a las mismas. Recomendar no vacunarse puede estar justificado, pero solo mientras no esté garantizado, que los efectos secundarios son exhaustivamente conocidos. Pero eso en ningún caso guarda relación, con la afirmación de que se fabrican con metales tóxicos o que se les añaden sustancias ilegales.
Hay que empezar por señalar, que todos los medicamentos pueden sanar o matar, dependiendo fundamentalmente de la dosis en que se administren. Los metales que existen en una vacuna están en una cantidad que no es dañina, son tan minimas que incluso son cantidades inferiores a las que ingerimos en los alimentos naturales, incluso en la leche materna. Los pediatras saben que las sales de aluminio se usan desde hace 70 años como adyuvantes de vacunas y sirven para estimular el sistema inmunitario y disminuir la cantidad de antígeno que es necesario inocular, y se desconocen efectos adversos del aluminio que llevan algunas vacunas, que no todas. En cualquier caso, las vacunaciones no son obligatorias, en España no es obligatorio vacunarse, pero las vacunas si son uno de los grandes avances de la medicina moderna y las responsables de haber salvado muchas vidas.
Pero si lo anterior es llamativo por ilógico, mucho menos lógico resulta, que se afirme que las vacunas del Covid 19, llevarán un microchips para controlar a los individuos, propiciado por Bill Gates. Estamos ante un “tutus revolutum” de mentiras y medias verdades, en el que se mezclan, un tema de financiación, con otro de identidad digital. Algo difícil de entender para un médico de primaria, porque conocer si nos hemos realizado una PCR, o si y de que nos hemos vacunado, es una información de la que ya dispone nuestro médico de atención primaria en la historia clínica, y es una información útil para conocer nuestro estado de salud.
De ahí, a ver en la vacuna del Covid 19 una estrategia para alcanzar un dominio global de la humanidad y pensar que todos nos veremos convertidos en borregos a su servicio, creo que hay alguna distancia, al menos mental. Quienes esto crean, carecen de una información de la que podrían disponer si les interesara conocerla. En la revista científica Lancet, hay un comunicado de varios científicos donde literalmente se afirma: "Científicos de múltiples países han analizado genomas del agente causal y los resultados concluyen, de forma abrumadora, que el origen está en la vida silvestre”.
Yo les creo antes a ellos, que a un cantante y sus seguidores, aunque esa es mi opinión personal, que no tiene porque ser compartida por todo el mundo. Lo he señalado antes, no es obligatorio vacunarse de nada. Pero creo que tampoco es obligatorio tener que contagiarse muchos, por la pseudociencia de unos pocos.
Buenas noches.

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