viernes, 29 de mayo de 2020

Diario del coronavirus 149

Buenos días.
Hoy me he levantado preguntándome, cómo debe ver un constitucionalista, lo que acontece en el Ministerio del Interior. Vamos a ver que dice la Constitución.
Artículo 104 de la Constitución Española de 1.978
1. Las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, tendrán como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana.
2. Una ley orgánica determinará las funciones, principios básicos de actuación y estatutos de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad.

En el desarrollo del artículo anterior, la Ley Orgánica 2/86, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, define las competencias funcionales y territoriales de los diferentes Cuerpos de Seguridad del Estado. 
Pues leído lo anterior, mi conclusión es que hay mucho interés en que sigamos teniendo mucho ruido en el ambiente.

Cuando una parte de un Estado, durante años ha permanecido oculta y al servicio del poder, llega un día en que se ve a la luz, sucede que nadie sabía nada de su existencia. Quienes han operado en ella, quizás por falta de costumbre de transparencia, lo ven todo borroso, y a alguno acaba resultandole incluso turbio.
Cuando esa visión y esa forma de entender la seguridad, se la plasma en un informe, en este caso como poco viciado, ese documento acaba convirtiéndose en la prueba de la propia existencia de esa parte del Estado que se intuía oculta. Si el informe emitido, además de parcial, está plagado de errores, de interpretaciones, de manipulaciones, y todo eso se incluye para jugar en contra del gobierno de ese país, la cosa adquiere mucha gravedad.
Esa forma de actuar, durante años se ha permitido que exista porque ha interesado al Estado, y por eso se ha admitido que haya permanecido oculta. Pero al salir a la luz su existencia, para los que la vemos desde fuera, deja de ser solamente un asunto turbio o borroso, y acaba convertido en explosivo y haciendo saltar por los aires la confianza ciudadana en esa parte de la seguridad.
Esa trama, siempre negada por el Estado y oculta, se ha creído con mayor poder que el propio gobierno al que debe obediencia. El choque se produce, cuando lo que debe hacer no es lo que quiere hacer, y entonces su lucha ya no es contra “los enemigos del Estado”, sino que pasa a considerar como enemigo al “gobierno del Estado”. Se está dejando de cumplir lo que dice el 104 de la Constitución.
La cuestión no es si esa parte de los sótanos, ha informado a un juez de una actuación delictiva, lo que debería hacer siempre y no según su propio criterio (juzgar corresponde a la justicia), sino si lo que se informa obedece a que el gobierno no le gusta, y se hace sin datos ni hechos en que basarlo, sino que se informa lo que se piensa y no lo que se tiene por acreditado.
Pero todo lo ocurrido, también es una consecuencia de la propia irresponsabilidad de este gobierno. Lo primero que debió hacer tras la toma de posesión, fue inundar de agua con lejía todos esos sótanos y sus cloacas. Debió limpiarlos, por si quienes durante años han habitado en ellos, pudiesen resultar tan peligrosos como el mismo coronavirus.
Estamos en esta situación delicada, porque se ha mantenido como parte del aparato del Estado, a una parte rancia a la que este gobierno no le ha gustado desde su formación. Lo de cesar a las personas de confianza del gobierno precedente, siempre ha sido lo habitual con la llegada de la derecha al gobierno. Ha sido lo primero que han hecho siempre, y luego han situado en los cargos de responsabilidad a su gente de su confianza, personas comprometidas con el programa de gobierno. La derecha nunca ha mantenido a nadie que pudiese estar, ya no en contra de su programa, sino que le bastaba para cesarles que hubiesen sido parte del gobierno anterior. Lo que la derecha le está reprochando a Marlaska, es hacer lo mismo que sus gobiernos siempre han hecho.
Lo que me parece verdaderamente reprochable a este gobierno, es que no lo haya hecho antes, y haya mantenido en esos puestos a personas contrarias a la ideología mayoritaria en las urnas. Y más conociendo que los medios afines a lo oposición harían todo el ruido posible. Asistimos a montajes televisivos en forma de tertulias, que intentan enfangar todo, y desgastar al gobierno ante la opinión pública. Eso es inevitable porque es lo que quieren los dueños de esos medios. Debió hacerse antes, y ahora ha parecido de ser oportuno, porque se puede considerar oportunista.
Ante eso, al gobierno le toca actuar con prudencia, seriedad y desde luego, no entrar a ese trapo. Este gobierno debe de mejorar la comunicación, sabiendo transmitir los logros pero en su momento, no a destiempo. Y debe hacerlo con elegancia y con educación, para que puedan percibirse por la ciudadanía esas cualidades de las que la derecha hoy carece.
Si este gobierno no lo hace pronto, corremos el riesgo de acabar teniendo una democracia fallida. Toca dialogar siempre. Pero también toca no ceder siempre.
Vamos por el viernes, que se nos acaba mayo.

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