lunes, 18 de mayo de 2020

Diario del coronavirus 126

Buenos días.
He preferido esperar a su entierro para hacer mi comentario, sobre una figura política de alto valor en estos tiempos: Julio Anguita.
La muerte no le sorprendió. Le llegó separado de la política activa, causada por una afección cardíaca. Seguía participando en actos y formando parte de diferentes alternativas desde la izquierda.
Aunque muchos le consideran cordobés, su lugar de nacimiento fue la ciudad malagueña de Fuengirola. Su padre era militar, pero el optó por los estudios de magisterio, y luego ejerció como licenciado en Historia en un instituto cordobés. Le conocí en 1974 cuando yo participaba en el movimiento estudiantil que durante la dictadura luchábamos desde las facultades.
En las elecciones de 1979 se presentó como candidato del PCE a la alcaldía de Córdoba, siendo el más votado con 8 concejales. Estando lejos de la mayoría impulsó un gobierno de concentración junto a PSOE, UCD y PSA, y fue elegido alcalde, convirtiéndose en el primer y único alcalde comunista de una capital de provincia. Se encontró una ciudad degradada y con una urgente necesidad de intervenciones urbanas, sobre todo en la zona de la ciudad cercana a la vía de ferrocarril que la atravesaba. Y durante ese mandato tuvo que vivir la crisis de una de las empresas más potentes entonces de la ciudad, la fábrica de Westinghouse. Luego, mi traslado a Albacete, me hizo ver su gestión de lejos.
Era un tipo justo y con una gran formación. Un orador brillante, que llamaba a las cosas por su nombre y pasaba de retorica. No era hombre de decir lo que querían oír, sino lo que pensaba. Eso le convirtió para algunos en soberbio o pedante, lo que no era, porque también le he conocido cercano a quien a él se dirigía. Detrás de cada una de sus intervenciones había u mensaje ideológico y humanista.
Comunista y republicano convencido, supo vivir como pensaba. Buscador de la unidad de la izquierda, luchador contra la desigualdad, defensor de los desfavorecidos. Integro y comprometido siempre, profetizó que viviríamos en la España del miedo a pensar, de la sumisión a lo que se considera inevitable sin luchar contra ello. Difícil encontrar hoy en la clase política alguien de un perfil tan definido y consecuente con lo que pensaba: libertad, igualdad y fraternidad.
No compartí muchas de sus estrategias, ni algunos de sus posicionamientos en diferentes periodos de su paso por la política nacional. Pero eso no es impedimento, para reconocerle como una persona íntegra, de las que en estos tiempos escasean.
Mañana de lunes. Momento para desearle, que la tierra le sea leve

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