sábado, 3 de octubre de 2015

NO TODO CONSISTE EN ELABORAR LAS LISTAS




Considero una obligación y un acto de lealtad para con mi partido exponer siempre lo que pienso, aunque no le agrade a quienes opinan de manera diferente, y para muchos opinar diferente en público sea una muestra de deslealtad. Debo comenzar afirmando que hoy ya carezco de la ilusión, necesaria e imprescindible, para ir en cualquier candidatura.

En el PSOE le damos relevancia a las listas, mientras no parece preocupar que en los últimos años un número importante de personas haya dejado la militancia, y tampoco que muchos los que abandonan sean a los que los ciudadanos más valoran por su capacidad de lucha contra la injusticia social. Manifiestan hacerlo, aburridos de que con sus reivindicaciones internas obtengan menores logros que los que alcanzan frente a los rivales políticos. Ese goteo constante, por algún dirigente se califica como de “ratas que abandonan el barco”.

Me pregunto si entre esos dirigentes, alguno se ha puesto a pensar el porqué de esas bajas. En ningún nivel de responsabilidad (federal, regional o provincial) parece existir interés por averiguar su causa, convencidos de que para mantener el apoyo electoral les basta con incorporar caras nuevas. Sin embargo, cada vez son menos las caras nuevas en puestos de salida, relegando estas a posiciones de  reserva.

Creo que se necesita un nuevo proyecto que marque distancias con el PP, con quien los ciudadanos han llegado a confundirnos en algunos posicionamientos a la hora de ejercer el gobierno. Cambiar las caras puede modificar solo la imagen, pero eso no modifica el proyecto político. Pocos discutirán que la calidad democrática, el empleo, la educación y la sanidad, las  pensiones, o las políticas de atención a la discapacidad deben ser los pilares de ese nuevo proyecto, y esa respuesta debe estar concebida dentro de una nueva realidad económica, muy diferente a la que existía en los orígenes del socialismo.

Falta un modelo socialista europeo, pero tampoco podremos elaborar un proyecto nuevo de socialismo español, autonómico o provincial, si mantenemos un modelo de organización de partido cerrado y endogámico, con todo el poder concentrado en un grupo de dirigentes que optan por marginar a los que disienten de sus planteamientos, antes que por el consenso que los integre. Asumimos las ideas más atractivas que aportan nuestras bases en las conferencias, pero luego solo son desarrolladas las que no cuestionan el posicionamiento de los dirigentes.  

Hemos puesto en marcha las primarias para elegir nuestros cargos, pero el sistema de elección ha resultado controlable haciendo que los candidatos solo pueden salir de entre quienes ya eran parte de las cúpulas del partido. No puede valer como excusa que ese problema sea generalizable a los demás partidos.

En un partido de ideología progresista no puede prevalecer la puesta en escena sobre los contenidos del discurso. Por hacerlo así, eso nos ha llevado a la desafección por la política que ha crecido progresivamente entre la gente más preparada. Debería preocuparnos que este modelo de “política de imágenes” esté poniendo en cuestión no solo a las posiciones de izquierda sino al propio sistema político de nuestro país, y si no somos capaces de una verdadera regeneración de la vida política y del propio partido, será todo el sistema democrático el que estará cuestionado.

Continuamos cometiendo los mismos errores, porque aun siendo legítimo e indiscutible el liderazgo de los secretarios generales, difícilmente los ciudadanos volverán a vernos como un partido socialista y obrero, si se sigue percibiendo al PSOE como un partido endogámico, en el que gobiernan un grupo de familias políticas, que son las mismas que lo hacían con anteriores secretarios generales, aunque con diferentes proporciones de poder a las que tuvieron años atrás. Ese es el problema que existe en la composición de muchas de las listas que se confeccionan estos días.

Si el PSOE quiere seguir como la gran alternativa desde la izquierda, tiene que regenerarse sin más remedio, organizarse de manera diferente, y anteponer el ideario socialista y los intereses de la sociedad de hoy, a los intereses del partido como organización y a los de sus dirigentes.  No es un tema de caras nuevas, es mucho más profundo. El partido debe servir para organizar y recoger propuestas y no solo para confeccionar las listas de candidatos, relegando a un segundo plano la respuesta a los problemas de los ciudadanos. Reinventar el partido se hace cada día más imprescindible.

Siempre he creído que la izquierda no es tal sin debate ideológico, y que primero hay que tener el proyecto y posteriormente designar a los y las mejores para llevarlo a cabo, pero he debido quedarme anticuado en esa concepción porque ese parece un método que ya forma parte del pasado del socialismo. Ahora lo que vende es llamar a “Sálvame”, o tener  una entrevista en el programa de Ana Rosa, o aparecer en la Sexta Noche. Da la sensación de que el debate ya está de más, lo que supone una falta de respeto a los electores por menospreciar su capacidad de raciocinio.

Lo cierto es que pese a las declaraciones de regeneración y compromisos de cambios tras los congresos, los procedimientos de designación siguen anclados en el pasado. Los Estatutos y Reglamentos que nos hemos dado están para ser respetados, y en ellos se explicita que las listas se deben elaborar una vez escuchadas las asambleas locales y luego aprobadas por los Comités Provinciales, pero las propuestas de las asambleas brillan por su ausencia, convencidas de que su opinión no será tenida en cuenta si no coincide con la de los dirigentes.

Esa teoría se ha visto confirmada al ver que en muchas provincias se ha sabido quien encabezaba la lista al Congreso antes de la celebración de las asambleas, toda una falta de respeto a los militantes y un insulto a los miembros de los  comités provinciales obligados a decir amén a las propuestas de las respectivas ejecutivas, ante el daño que haría a la imagen de la organización rechazar esa propuesta oficial. Lo fácil es aprobarlas, y mejor si es por unanimidad, confundiendo unidad con uniformidad.

Siempre cualquier elección es injusta, porque siempre habrá compañeros y compañeras que se han currado el nombre de este partido durante años y saben de qué va la cosa, pero no serán designados. No es que los elegidos no lo merezcan, sino que da la sensación de que lo que se valora es estar próximos a las direcciones, y que importan más las composturas, designar a alguien para que otro alguien no se mueva.

Quienes defendemos la teoría de “un militante, un voto”, no es que estemos en desacuerdo con los nombres decididos, que son nuestros candidatos y candidatas, sino que mostramos nuestra discrepancia con la manera en que la organización elabora esas listas en la mayoría de las provincias, en las que la opinión de la militancia no es consultada, o de serlo su opinión es relegada respecto a la de los dirigentes.

Puedo estar equivocado, pero mi percepción es que esta forma de actuar hace que exista cansancio y falta de credibilidad de las direcciones entre muchos votantes socialistas de siempre, lo que se ve favorecido por las formas de plantear algunas políticas y las ocasiones en que los dirigentes socialistas han dicho algo y lo contrario al día siguiente.

La voluntad de cambio y regeneración no se transmite a los ciudadanos a través de las campañas publicitarias ni por mucho que una imagen pueda resultar atractiva. Se demuestra creyendo de verdad en que la democracia es el sistema de gobierno menos injusto de todos los posibles, y aplicándola primero entre las propias filas. Quiero que el triunfo del socialismo sea por mérito propio, no por el demerito de los demás. Me gustaría ser yo el equivocado y que el PSOE recupere la hegemonía en el respaldo de los ciudadanos que nunca debió perder, pero obstinarse en las viejas formas no nos ayuda.

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