Aunque parece lógico que el PSOE centre sus esfuerzos en
la campaña de las Elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, no es
menos obvio que el Comité Federal tendrá
que aprobar el calendario de primarias, y las últimas matizaciones al
reglamento que las regulará, inmediatamente después de ese proceso
electoral. Hasta ahora se están respetando los tiempos marcados por la
Ejecutiva, pero todo se precipitará
después de las Elecciones al Parlamento
Europeo, aunque la Federal intente continuar marcando los plazos.
Me declaro firme defensor de las primarias abiertas y por ello no me parecen
aceptables los posibles pactos que puedan alcanzarse para evitar su celebración
en cualquiera de los ámbitos local, autonómico y estatal. Si el PSOE ha sido el impulsor de las primarias
en la vida política española, nadie
entenderá pactos que las eviten, porque eso no solo supondría segar de raíz la voluntad de participación que hay entre
militantes y simpatizantes, sino que restaría
en los grandes valores que tiene ese proceso: ser un símbolo de pluralidad y de
libertad de elección, ambos aspectos demandados por los votantes socialistas.
Para
no aceptar un proceso de primarias abiertas, el argumento utilizado es que
pueden suponer un riesgo de división interna. Pero no es menos cierto, que eso solo puede ocurrir si los candidatos anteponen
sus metas personales a la meta colectiva de la organización, y la sola duda
sobre esto, supone una desconfianza para con ellos, puesto que si así lo
hicieran, poco socialismo habría en esas posturas, y por tanto, mal candidato o
candidata serían.
Si
después
de todo lo debatido sobre este sistema de elección de candidatos, el PSOE no celebrara primarias abiertas,
sus rivales políticos aplaudirían hasta
con las orejas, tanto por la izquierda
como por la derecha. Las primarias
suponen un cambio de primera magnitud en la manera de hacer las cosas en la política
española, y el tiempo demostrará como el
resto de partidos acabará asumiendo esa metodología, aunque cada uno le
incorpore sus matices.
Pero para servir este método como modelo de regeneración democrática, deben ser primarias abiertas y lo más
participativas y participadas que se pueda, aun corriendo los riesgos (que no
niego que existan) de todo proceso abierto como este que se propone. Sabido es
que quien no arriesga no gana, y es el
momento de que el PSOE lo haga si realmente tiene voluntad de volver a ser
partido de gobierno.
Donde
se han celebrado primarias abiertas, la política ha ganado credibilidad, y
el proceso ha supuesto una renovación en
las formas, y han resultado positivas tanto interna como externamente para
el PSOE. No es cuestionable que han
supuesto una revitalización de las estructuras del PSOE, bastante
eclipsadas en muchos pueblos y ciudades, y que con las primarias han visto como ha vuelto la cercanía de la visita
a los pueblos, como se ha difundido el mensaje socialista en las redes
sociales, como se han elaborado manifiestos, celebrado reuniones sectoriales y
debates cara a cara entre los candidatos, y donde, para contradecir a los
temerosos de rivalidades y rupturas internas, los candidatos y candidatas se
han dado el trato que corresponde darse entre compañeros, que no rivales.
Pero pese a que la experiencia ha sido especialmente exitosa en la Comunidad
Valenciana o Baleares, la Ejecutiva Federal no parece dispuesta a aplicarla en la
elección de candidatos locales y autonómicos, dejando de lado que han sido demandadas
por la militancia, e hiriendo con ello sensibilidades ya irritadas de por sí,
lo
que hace más cuestionables esos pactos a los que antes aludía. Algunas
federaciones para evitar el choque frontal
con la Federal plantean soluciones intermedias, como son las llamadas primarias mixtas ampliando los censos
de electores solo con los simpatizantes, pero sin abrir el proceso para que los
que quieran participar lo hagan. Es la
vuelta al quiero, pero no puedo.
El
PSOE debe recuperar la capacidad de motivar a sus votantes y hacerles
recuperar la ilusión, conectando con la sociedad y los movimientos sociales, e
implicando al conjunto de los
ciudadanos. Es la
hora de que vuelva a mostrarse como un partido valiente y creativo, porque si continua mareando la perdiz, solo obtendrá lo que ahora ya tiene en
abundancia, la crítica por su izquierda
y su derecha, y el rechazo de sus potenciales electores. Las primarias abiertas
son la manera de sentar las bases para que se recupere el liderazgo y la
confianza de los electores no solo en el PSOE, sino en nuestra democracia y en
el sistema de partidos.
La crisis nos está
castigando a todos los ciudadanos españoles individualmente, pero si a algún partido político le ha hecho
daño en sobremanera, ese ha sido el PSOE. No deja de ser curioso que el partido que ha manifestado en más
ocasiones que para salir de la crisis hemos de hacerlo todos juntos sin dejar a
nadie en la cuneta, ahora no intente encontrar la salida a su estancamiento
electoral, contando con todo el que desee participar y sin dejar a nadie en
el camino.
Como casi todo en la vida, la
renovación en el PSOE es una cuestión
de voluntad y decisión, y como partido
político no puede olvidar, que la peor decisión es la que no se adopta. Y aunque
ahora la lógica diga que toca centrarse en las elecciones europeas, alguien en
el PSOE debería ser previsor e ir pensando, que la semana siguiente a la
jornada electoral, estaremos en junio, mes en el que aparecen las primeras
tormentas del verano.
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