Hace ocho años cuando por primera vez fue presidente Trump, su discurso y sus políticas las calificaban de populistas. Aquí gobernaba Mariano Rajoy, cuyo ministro de exteriores Margallo, llegó a calificar de "peligrosas" las "políticas divisorias" defendidas por el hoy presidente. Algo parecido decía González Pons. Hoy en el PP quieren ser más populistas que Trump y aceptan su discurso y le envidian por su forma de actuar. Pons ha seguido pensando igual, pero en su partido ha habido un giro de 180º.
Estados Unidos es nuestro aliado, pero eso no convierte en buena la política de su presidente legítimo, por mucho que quieran hacérnoslo creer desde el sector duro del PP que ante la bajada de pantalones que su partido está protagonizando con Vox reclama un acercamiento a los postulados trumpistas. Una de esas voces pro-Trump es la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre (llegó a ser presidenta de su comunidad sobornando a dos corruptos del PSOE madrileño), que dice estar "muy de acuerdo" con las políticas que quiere implementar el presidente norteamericano. Claro que matiza “a excepción de los aranceles”.
¿Y Alberto? ¿qué opina Alberto? ¿alguien lo sabe? También en esto evita mojarse. Para eso ya está Ayuso, que apoya a Trump y lo aprovecha para culpar a Sánchez de que el pelirrojo incluya a España entre los países BRICS. A Génova no parece preocuparle una administración que ha declarado la guerra a los inmigrantes, que no cree en el cambio climático, que rechaza el feminismo y el LGTBI. Están más preocupados por Sánchez que por el presidente de Estados Unidos. Y la FAES de Aznar calla.
Por mucho peloteo que quieran hacerle a Trump, y buscando siempre convertir cualquier comentario sobre Trump en una crítica al gobierno de España (tan legitimo como el de Trump), la deriva de Trump no es una buena noticia ni para España ni para la UE en su conjunto.
Está claro que muchos en el PP no saben ni por dónde va el mundo, porque en España casi nunca ha habido una derecha democristiana a la europea, sino una derecha casposa y franquista que es incapaz de entender lo que de negativo tiene el trumpismo. Muchos de sus dirigentes admiten que no existe una postura clara sobre la nueva administración estadounidense, y la dirección nacional evitaba posicionarse, y solo viven para atacar las decisiones de Sánchez. Pero las primeras medidas anunciadas por Trump con la política de aranceles es motivo de sobra para que nos expliquen cuál es su posición.
Sánchez ha decidido confrontar. En el otro lado Vox, dispuesto a ocupar el espacio de único interlocutor en España y aliado de Trump. Y en medio, está el PP con una Ayuso y un Almeida que defienden abiertamente a Trump. Feijóo, se mueve en lo obvio, lo absurdo “Las relaciones de España y EEUU tienen que ser constructivas y excelentes”, se habrá roto la sesera para emitir menuda opinión. Mientras su dóberman de compañía, Tellado, también está en la línea de Ayuso. Parece que ya no se acuerdan de lo negativos que fueron para nosotros los aranceles al aceite de oliva, al queso manchego y demás productos que en su primer mandato sufrieron a Trump.
Esta posición también debería ser algo a tener en cuenta a la hora de decidir un voto, o se estará apoyando una política de estar en el limbo, pero no en un cielo ni en un infierno. Claro que eso parece importarle poco a sus votantes.
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