Esta carta la escribí el pasado martes cuando se cumplieron 45 años de mi llegada a San Pedro. Pero la hago publica hoy, porque no quería que fuese tema en la consulta con la cantidad de cuadros virales que la tienen llena a diario. Aprovecho el fin de semana para publicarla, y aunque alguno me preguntará el lunes, estos días servirán para poner cada cosa en su lugar.
Carta a mis pacientes y además amigos:
Cuando comencé mi trabajo entre vosotros en 1980, jamás imaginé el increíble viaje que me esperaba, en el que juntos hemos recorrido un largo camino de casi cinco décadas. He tenido el privilegio de acompañaros en muchos momentos muy importantes de vuestras vidas, desde dar la bienvenida a los nuevos miembros de una familia, hasta solo poder dar consuelo en los momentos más difíciles. Todo ha contribuido a que seáis parte de mi historia, porque cada uno de vosotros, de una manera u otra, ha dejado una huella en mi vida.
En nuestro pueblo he aprendido de muchas personas, que me han enseñado más de lo que yo podría enseñarles. De algunos he aprendido su fortaleza, de otros su capacidad de resistencia ante las adversidades, de otros la importancia de la dignidad, de otros a no perder nunca la esperanza. Conocer las historias de muchas de vuestras casas, con sus luchas, sus triunfos o sus fracasos, han sido una fuente constante de inspiración para mí.
Recuerdo con cariño las conversaciones que he compartido con muchos, las risas con unos, el llanto con otros, pero me quedo con los momentos de alegría de una exploración o una prueba que confirmaba mejoras en su salud. También los momentos en que me han permitido ser parte de sus vidas más allá del consultorio, confiándome sus preocupaciones y alegrías personales. Algo especial y un sentimiento profundo de gratitud por todo eso.
A medida que me acerco a la jubilación, quiero deciros que sois mis pacientes los que le habéis dado sentido a mi vocación, y vuestra confianza en mí es el mayor honor que puede recibir un profesional y yo lo he percibido. Cuando este año, ese día de dejar la consulta llegue, y deje de ejercer como vuestro médico, me llevaré conmigo el recuerdo de cada uno de vosotros y lo que habéis significado en mi vida. Gracias por permitirme ser parte de las vuestras durante casi medio siglo, gracias por vuestra paciencia, por vuestra comprensión y vuestro cariño. Habéis sido mucho más que pacientes; habéis sido mis maestros, mis amigos y, en muchos sentidos, parte de mi familia.
Termino diciendo que cuando ya no sea vuestro médico, que aún lo seré este año, os seguiré llevando en mi corazón y os estaré eternamente agradecido por el privilegio de haberlo sido.
Con todo mi afecto y gratitud, os deseo a todos una vida llena de salud, felicidad y amor.
Gracias a todos y todas.
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