lunes, 27 de abril de 2020

Diario del coronavirus 83

Último lunes de abril.
Buenos días.
Ayer enfado. Me he cuestionado si merecía la pena seguir intentando cada día trasladar datos, información y opiniones a este muro. La inmensa mayoría de los asiduos a estos comentarios, os merecéis que al menos los publique. Luego cada uno hará lo que considere oportuno, leerlos, ignorarlos, comentarlos o compartirlos.
Ya dije un día, que a quien le molesten mis comentarios, le es suficiente con ignorarlos y no leerlos. A pesar de esa sugerencia, algunos insisten en entrar y comentar lo que desean. Me parece bien, y no suprimo sus comentarios. Pero me molesta que se cuestione mi profesionalidad como sanitario. Solo les ruego a sus autores que se respondan a esta pregunta: Si por desgracia os contagiarais de este virus y el médico que os atendiera os dijera que es de izquierdas o de derechas ¿os dejaríais atender?
La respuesta de la inmensa mayoría, sería tras valorar la profesionalidad y no la ideología. Por favor, respetar mi profesionalidad, que nada tiene que ver con mi ideología. Y si no, remitiros al primer consejo. No me lean.
Vamos con el de esta mañana .
UN PASO MÁS
En España los infectados pueden ser entre un 14% o un 15% de la población. Es una media de los datos que nos dan diferentes estudios. Es importante saber el número de infectados, y cuál es la letalidad del virus, porque eso nos va a decir cuántas muertes se producirán por cada nuevo contagio. La infección nos aporta una inmunidad, pero no se conoce por cuanto tiempo, lo que permite pensar en una vacuna. Posiblemente dispongamos de un fármaco eficaz contra el coronavirus, antes de disponer de una vacuna.
Mientras fármaco o vacuna llegan, hay que seguir adelante. No es muy edificante la actitud de algunos ayer. Pero nos toca entrar en la fase siguiente en las próximas semanas. Empezamos a rebajar el confinamiento (hoy han salido los niños, el domingo próximo se podrá practicar deporte, son ejemplos). Lo que se persigue es que el número de contagios crecer al ritmo actual, no crecer, y esa será la forma de evitar un rebrote de la pandemia. Si no lo hacemos, nos veremos obligados a volver a los confinamientos. Es así de simple y a la vez de duro.
Pero hay que seguir dando pasos para normalizar en la medida de lo posible la situación. No se puede plantear un confinamiento sine die, que es lo que hemos hecho como medida de contención. Ahora estamos en la mitigación, que es lo que conocemos como “aplanar la curva”. Se está aplanando, pero toca hacer que aumente la inmunidad. Para dar por vencida la enfermedad necesitamos que un 70% de la población este inmunizada.
No disponemos de vacuna, por lo que nuestro nivel de inmunidad es la de aquellos que ya han pasado la enfermedad y se han curado. Los contagiados he dicho que eran alrededor del 15% en las zonas de mayores contagios y menor donde hemos tenido menos casos. Eso significa que habrá zonas o Comunidades donde deberemos alcanzar un 55% más de inmunidad y otras donde esa necesidad será del 60-65% o más. Para saber ese grado de inmunidad se van a realizar los estudios serológicos. Las diferencias de inmunidad entre zonas, son las que aconsejan diferentes estrategias en cada una.
Una vez frenada, toca evitar que resurja. Llegan los estudios de sero prevalencia (los test), toca analizar la trazabilidad de los posibles contactos de los nuevos contagios, para aislarlos y tratarlos. La pregunta no es ¿cuántas ganas tenemos de volver a tener que hacer de nuevo la contención o no?, sino ¿estamos preparados para hacerla bien? Lo de ayer fue una demostración de que no por parte de muchos, que no de todos. La garantía y la forma de saber si la hacemos bien son los test, identificar los contactos, y juntar toda esa información.
Debemos conseguir que la capacidad de contagiar de un enfermo se mantenga por debajo de 1, porque eso significará que nuestro sistema sanitario podrá contener todos los nuevos enfermos que le lleguen. Habrá días que estaremos en 0.8 y días en que sea 1.1, pero de esos intervalos debemos intentar no movernos para hacer las cosas arte de la primavera, el verano, y un próximo otoño en el que habrá que estar bien.
Por delante nos queda prepararnos por si se produce una segunda oleada de casos. Hay que disponer de protecciones para nuestros sanitarios, y aprender nosotros a usarlas bien. Y no será fácil decidir las medidas, porque nadie tiene una guía que diga si se pueden abrir bares, o celebrar partidos de fútbol, o abrir centros docentes y universidades, ni que hacer en cada caso. Ya la quisieran los gobernantes, pero estamos frente a algo nuevo, ellos y nosotros.
Un Estado adopta las decisiones mejores para el conjunto del Estado (salud, economía, social, sostenibilidad, etc.), pero en esta fase lo más importante es la individualización de las medidas, y eso no depende del Estado, sino de cada uno. Lo que es mejor para el conjunto del Estado, no tiene porque ser lo mejor para nosotros, pero hacerlo bien nosotros, si es lo mejor para el conjunto del Estado. Toca cuidarnos más de lo que nos obliguen a cuidarnos.
El confinamiento ha sido más positivo que todos los tratamientos con fármacos de los que hemos dispuesto. Ahora tenemos que hacer los test, controlar los nuevos contagios, e intentar separar la población de mayor riesgo de la de menor. Pero si no se pueden hacer todos los test que nos gustaría, por lo menos debemos empezar a normalizar la vida de los de menor riesgo y así sucesivamente, hasta que llegue un tratamiento o una vacuna.
Todo lo expuesto anteriormente requiere de un refuerzo del personal en atención primaria, para controlar los nuevos contagios y sus contactos; precisa de una dotación de material de protección; y sobre todo precisa de una actitud muy responsable por parte de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. Lo de ayer, debería ser solo un lapsus en esa responsabilidad de todos.
Empezamos la última semana de abril. Queda un día menos.

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