Ni
héroes, ni mártires.
Una
resolución de fecha 23 de abril de 2020 de la Dirección General de Recursos
Humanos del Sescam, afirma que todo el colectivo de profesionales sanitarios, somos objetivo prioritario de atención y protección
durante esta pandemia. En ella se nos habla, de incluir en un “escenario de ampliación”
de las personas destinatarias de los test rápidos que son asintomáticas, a los
sanitarios.
Antes
para realizarte el test, o tenías clínica de la enfermedad o no se te
realizaba. Se puntualiza, que los test no se nos realizan para diagnostico,
sino dentro de un estudio de seroprevalencia. Para el personal hospitalario se
fijan unos criterios de priorización, Para el personal de Atención Primaria,
urgencias, emergencia, transporte sanitario y coordinación e inspección, fijar
la prioridad se deja a criterio de los Servicios de Prevención de Riesgos
Laborales. Diría que no parece que todos seamos objetivo prioritario, o al
menos que unos lo son más que los otros.
Esta
planificación de lo prioritario, poco se comparece con la realidad. Mientras el
mayor número de sanitarios muertos es personal de Atención Primaria y de Urgencias,
tanto este personal como el de residencias de mayores y el de servicios
esenciales, son los servicios que a los que la opinión pública está dando más
importancia. No estaría mal que la administración regional hiciese lo mismo.
Todo
el personal de la asistencia hospitalaria debe tener prioridad a la hora de
realizar esos test. Pero la misma, que
el personal de atención primaria y el resto de colectivos ya citados. Ni más ni
menos. Esta resolución abunda en algo que ya empieza a oler mal, que la
atención primaria sigue siendo la hermana pobre de la asistencia sanitaria, los
números y la evolución de nuestro papel así lo demuestra.
Somos
víctimas de un modelo hospitalocentrista, que debe rectificarse. Y no han
valido las reivindicaciones de años, sino que ha sido necesaria esta pandemia,
para que algunos empiecen a cuestionarse, si no ha sido un error hacer que la
atención primaria haya dejado de ser los cimientos sobre los que se ha
sustentado nuestro modelo sanitario, público, universal y descentralizado.
Todo
el sistema sanitario sufrió la crisis económica del 2008. Especialmente la
atención primaria, mucho más que la hospitalaria. Detrás de los recortes que
hemos sufrido, está la disminución de personal, suplida por el incremento de
trabajo de los que continúan, el aumento de los tiempos de espera en primaria,
la falta de prevención, los Consejos de Salud locales desaparecidos en combate,
o la suplencia de muchas de las funciones que se ejercían desde Atención
Primaria por parte de la hospitalaria (muchas por carencia de recursos).
A
eso debemos añadir, una formación esporádica de los profesionales, no
obligatoria, que ha sido suplida por las iniciativas de las sociedades
profesionales o de la industria farmacéutica, etc. Si alguien ha pagado la
crisis dentro del sistema sanitario, ha sido especialmente la atención
primaria. En resumen hemos tenido falta de previsión y falta de provisión.
Fallecidos
a causa del Covid 19, la mayoría en primaria. Nos ha sorprendido, y se ha
encontrado una atención primaria debilitada, reducido su personal y con escasos
medios de protección. A pesar de esa triste realidad, hemos resuelto muchas
situaciones, realizado la clasificación de todas las patologías; hemos
atendido a la mayoría de los pacientes en sus domicilios; y hemos colaborado
con las autoridades locales en todo para lo que se nos ha requerido.
Curiosamente,
nos aplauden a las ocho de la tarde por la importancia de nuestro trabajo, pero
nadie nos ha pedido opinión, ni se nos ha dado vela en este entierro, para
aportar algo en cómo gestionar la pandemia. Todos los gestores señalan nuestro
papel como fundamental, Ahora hasta nos otorgan un papel aún más relevante en
esta segunda fase que pronto iniciaremos. Pero siguen sin preguntarnos nuestra
opinión, sin darnos participación y sin ver la necesidad de una coordinación
con los otros escalones asistenciales. Esa colaboración se basa en las
relaciones personales entre nosotros, pero regladamente son nulas o
inexistentes.
Muchos
nos conformaríamos con que se diesen cuenta que existimos, que no todo se
arregla con hospitalizaciones, comprendo ventiladores, o ampliando el número de
camas en las UCIs. Pues a pesar de ese abandono, entre el ochenta y el noventa
por ciento de los pacientes del Covid 18, tanto confirmados con test o solo por
la clínica, se han atendido desde Atención Primaria, evitando un mayor colapso
de los hospitales. Y algo importante, muchos de ellos personas mayores,
atendidos tanto en su domicilio, como en residencias. Y esa labor es mucho más
importante aún en el medio rural.
Debe
haber un “hasta aquí hemos llegado”. Un antes y un después de la pandemia. Toca
recuperar el papel que nos otorgaba la Ley de Bases de Sanidad a la Atención
Primaria, como puerta por la que acceder a la asistencia hospitalaria. Y eso no
puede esperar años, porque queda una parte muy importante de la pandemia, que
no solo será el desconfinamiento, sino la vigilancia de cualquier riesgo de
rebote de casos, y necesitamos estar a punto para poder desarrollar esa tarea.
Hay que dotar los centros de primaria, con personal y con recursos, suplir las
bajas y ausencias, contraten personal que hemos formado con nuestros impuestos,
y se han visto obligados a emigrar por falta de ofertas de empleo aquí. ¿Más
trabajo? De acuerdo, pero mejor dotados en todos los aspectos de la asistencia.
A
la Atención Primaria nos toca el papel de vigías en este viaje hasta la salida
de la pandemia. Toca avistar cualquier riesgo, reforzando nuestra capacidad de identificar un caso y poder averiguar quiénes han
sido sus contactos para aislarlos. Las nuevas tecnologías nos pueden ayudar mucho,
como ya lo han hecho en esta primera fase, demostrando que a diario hacemos
demasiado trabajo administrativo que es superfluo.
Necesitamos más medios diagnósticos. No se
entiende porque no podemos solicitar un TAC o una RNM si el paciente lo precisa,
y estar limitados a una RX o una analítica dos veces a la semana. Eso capacidad
diagnostica, ayudaría a evitar derivar a hospitalaria, pacientes que pueden
tratarse en primaria y permanecer en sus domicilios. Podemos derivar a todos
los especialistas, pero al final, es a nosotros a quienes nos corresponde
ajustar las prescripciones de los demás especialistas al paciente, como
coordinadores de su tratamiento.
Y tampoco puede seguir en segundo plano, la
labor formativa y la investigación, porque en esta profesión no todo es
realizar asistencia. Y todo lo anterior, es aplicable no solo a los
facultativos, sino a enfermería, auxiliares, administración, trabajo social,
fisioterapeutas y otro personal de nuestras zonas de salud como pueda ser el
que atiende a los mayores en ayuda a domicilio o el que desempeña su función en
las residencias de mayores.
Si algún gestor sanitario lee este artículo
de opinión, puede que lo considere, acertado en algún aspecto. Seguro que hasta
comparte la importancia que creo tenemos los profesionales de atención
primaria. Pues si es así, ¿a qué se debe esta discriminación en la realización
de los test para atención primaria, que recoge la Resolución citada? No lo
entiendo.
Por un lado, estamos cuidando a personas
mayores, el grupo de población de mayor riesgo de complicación de salud por la
infección de Covid 19; y también atendemos a numerosos centros de mayores y
alguno de personas discapacitadas; muchos de nosotros pasamos los sesenta años
de edad, y algunos presentan patologías de riesgo. Por otro lado, atendemos a
pacientes con otras patologías, que son susceptibles de ser contagiados por
nosotros si estamos infectados; nuestras familias viven en la incertidumbre,
sin saber, si al volver del trabajo les podamos contagiar, a pesar del cuidado
que tenemos.
Me gustaría que alguien me explique, que más
debe ocurrir (salvo que enfermemos, que entonces si te mandan a casa dos
semanas) para que se considere prioritario realizarnos esos test. Personalmente
creo que deberían hacérnoslos, ayer mejor que hoy. Y sobre todo, cuando empieza
a calentarse el colectivo, por los rumores de que personas, ni sanitarios y
asintomáticos, si han accedido a los test.
No quiero ser un héroe, pero tampoco un
mártir.
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