jueves, 23 de abril de 2020

Diario del coronavirus 71

LA PANDEMIA DE LOS BULOS
El gobierno debe tener por norma la transparencia. En esta situación, no puede haber dudas sobre la legalidad de toda actuación gubernamental, porque el más mínimo desliz, le convierte en victima de bulos y de intoxicación.
Pero dicho lo anterior, las mentiras y las falsas noticias, no son parte de la libertad de expresión, son mentiras que han sido elaboradas para perjudicar a alguien.
Curiosamente, las redes sociales, cuando estamos en campaña electoral, cuidan que los bulos y mentiras no aparezcan en ellas para no influenciar en el voto. Sin embargo en mitad de la pandemia, con un rosario de muertos a diario, con la economía saltando por los aires, y con la gente recluida en sus casas, esas mismas redes permiten la manipulación tan burda a la que estamos asistiendo.
Y si no en las televisiones y diarios, donde algunos programas desinforman conscientemente, con titulares que resultan tendenciosas ya en su enunciado. En campaña electoral, vemos bien que se actúe contra esas informaciones por considerarlas inmorales e ilegales, pero cualquier intento de evitar esos bulos de ahora, nos volvemos de piel fina, y super mega susceptibles, y ultra defensores de una libertad de expresión personal que choca con la libertad de información colectiva.
Estamos en una nueva etapa de la humanidad, atrás quedaron los cacos y los carteristas, y ya no se debe extrañar nadie de la existencia de ciberdelincuentes, y menos aún deberíamos sorprendernos de que se adopten medidas para controlarles. Si al hecho de ser un país, de escasa disponibilidad de información por el ciudadano, por carecer muchas veces de ella, y otras veces incluso voluntariamente para no soportar el machaque al que nos someten, con un negativismo informativo que roza la crónica negra (los telediarios recuerdan a El Caso de épocas pasadas), le añadimos la intoxicación, de los bulos y noticias falsas, que nosotros mismos divulgamos en grupos de wasap o redes sin comprobar su veracidad, el resultado es un galimatías terrible.
Las barbaridades y mentiras maliciosas, en estos momentos de alarma sanitaria, deben ser perseguidas. Manipular, confundir o tergiversar, informaciones que en esta pandemia son algo vital, es una manera de atentar no solo contra el derecho a estar informados de la realidad del problema, sino contra nuestra salud en algunos por no decir muchos casos. Mentir y generar confusión con una información que ahora puede ser muy importante es inmoral, y la obligación del Estado es perseguir a quienes la elaboran y a quienes la difunden. Mentir no puede salir gratis.
Mientras el Estado ejerce esa tarea, los ciudadanos podríamos plantearnos que somos nosotros quienes, sin antes contrastarla, la difundimos, aun sabiendo que su contenido es dudoso o tendencioso, y aunque nos llegue envuelto en papel de regalo.
Mi madre decía, que hay tontos que nacen tontos; hay tontos, que tontos son; y hay tontos que hacen tontos, a los que tontos no son. Comprueba si es cierta la noticia que recibes, siempre. Puede que algún listo te esté tomando por tonto.
Buenos días, es jueves 23 y toca continuar empujando para que gire la rueda.

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