sábado, 18 de abril de 2020

Diario del coronavirus 60

18 DE ABRIL 2020
RESIDENCIAS DE MAYORES, Y DECLARACIONES IMPROPIAS
El 20 % de los españoles son personas muy mayores. Y en algunas CCAA esa proporción es aún mayor. Quizá por eso, en nuestro país, a finales del pasado siglo XX, los mayores se convirtieron en un nicho de negocio, y empezaron a proliferar todo tipo de residencias para mayores, pisos como mini residencias, residencias y hogares municipales, o centros con otra denominación pero la misma finalidad. Como los centros sanitarios, los hay de titularidad pública, privada o concertada.
Aparecían como parte de un paisaje, al que raramente se asomaba la mirada mediática salvo cuestiones puntuales. De la noche a la mañana, la pandemia del coronavirus ha puesto sobre esos lugares el foco de la noticia, y hemos descubierto tristemente que eran antesalas de la muerte, cuando no mortuorios a secas.
Las cifras asustan, y son cerca de nueve mil los ancianos fallecidos por el coronavirus en nuestro país en esas residencias, aunque la cifra exacta puede varias de esa, seguramente a más terrible. Son prácticamente la mitad del total de fallecidos por el maldito bicho. Puede que esas cifras no paren de aumentar en las próximas semanas, dado son muchos los residentes que o bien ya han sido positivos en los test, o la clínica que presentan indica que el virus seguirá causando estragos en esos centros.
Pensar que en nuestro país hay 5.400 residencias en las que son atendidos casi 400.000 mayores, no invita a ningún tipo de optimismo. Y menos a realizar comentarios al respecto que contengan el menor rasgo de frivolidad. La cifra de fallecidos puede crecer en varios miles más, si el ritmo de muertes continúa.
Detrás de los números nos encontramos pocas medidas para prevenir contagios, y no haber actuado rápida y adecuadamente en el momento que la sospecha o la confirmación de un caso se producía. Una vez que el virus llegaba, poco se ha podido hacer para su control, y ha causado estragos en la inmensa mayoría de los casos, salvo las excepciones que vienen a confirmar la regla. Residentes sanos junto a otros contagiados es lo habitual que podemos encontrar.
El bicho estaba en los objetos, el suelo, las camas, el baño, el comedor, la cocina, etc., y viajando de cuidador a cuidador (muchos infectados) de habitación a habitación y de interno a interno, llevado por las visitas, por el personal de limpieza o por los sanitarios, e incluso por los proveedores de suministros a esos centros.
Tampoco han ayudado a que esa tragedia no se produzca, los recortes económicos. Desde una reforma laboral nefasta, a restricciones en ayudas que conllevaría restricciones de los servicios y prestaciones a los residentes.
A eso hay que sumar la repercusión de los recortes en sanidad, que también han sido muy negativos para garantizar una atención sanitaria adecuada. De que la austeridad crea desigualdad, las residencias de mayores son una de las grandes evidencias de que eso es así. Faltaban medios humanos, y recursos sanitarios en la inmensa mayoría de esos centros, pero ha tenido que venir el bicho para que algo que se veía, ya no pueda negarse.
Los centros de comunidades como Madrid, Castilla y León, Cataluña y Castilla La Mancha, han sido los más castigados, tanto los de mayores como los de atención a los discapacitados. Sin los que ya cuentan con más víctimas mortales. Se ha necesitado la intervención de las administraciones en algunos centros porque era imposible dar una respuesta adecuada por parte de los titulares de muchas de ellas.
Si la tragedia no ha sido mayor aún, puede que sea gracias al compromiso personal de muchos trabajadores de esos centros y a los sanitarios que no han permanecido impasibles ante la catástrofe. Sobre todo, en las de gestión privada ha quedado claro que negocio y asistencia no son dos conceptos compatibles.
Pero la gestión pública también ha dejado mucho que desear. Las declaraciones de la presidenta madrileña quitando importancia a un problema que la ha desbordado, no han sido la mejor receta para tranquilizar a unos familiares angustiados. Y para remate a una actitud frívola, ante un problema grave, tenemos las declaraciones en Cuatro del presidente castellano manchego de ayer.
García-Page, con sus declaraciones demuestra una falta de sensibilidad hacia nuestros mayores, impropia de un presidente que se dice socialista. Ya metió la pata con profesores y sanitarios. Hacerlo ahora con los mayores es hacer que el vaso rebose y empape el mantel. No ha sido una gota que le ha hecho rebosar.
Poco demuestra conocer la realidad de esos centros, aunque haya inaugurado muchos de ellos. Mejor hubiese estado callado, porque si ya duelen los muertos, sus declaraciones han sido meter los dedos en una herida abierta.
Una residencia para personas mayores debería ser (muchas no lo son), un centro de servicios sociales destinado a ofrecer una alternativa habitacional (temporal o permanente) a las personas mayores o pensionistas que por cualquier contingencia no pueden vivir solas, o necesitan cuidados. Allí se les proporciona, no solo poder estar, sino una atención integral, que les permita y ayude a mantener su salud física y mental mientras sea posible hacerlo, y que favorezca su desarrollo personal.
Para que eso sea así, es necesario un control de la administración que en algunos casos ha brillado por su ausencia. No solo hay que redactar buenas normas, luego hay que hacer que se cumplan.
Al hacer esas declaraciones, sobre todo en las formas, el presidente castellano manchego transmite sobre todo falta de humanidad. Bien haría en examinar la capacitación de sus asesores de imagen. O de lo contrario, revise si es que no les hizo caso. El reproche es por no percibir algo de empatía con las personas que están sufriendo en su piel está tragedia.
No necesita estar en todas las fotos. Como mejor van a valorar su imagen sus administrados, es viéndole preocupado por proveer de material a esos centros y adoptando las medidas adecuadas ante un problema. No hable, ni pose ante la cámara innecesariamente, y preocúpese de actuar con responsabilidad y transparencia. Que eso si se lo exigen, lo otro es superfluo.
A la tristeza y el dolor por la pérdida de un ser querido, y a la impotencia de cuidadores y sanitarios, usted no puede añadir unos comentarios hirientes y que abochornan.. Admita que ha cometido un error, que esas declaraciones no las ha hecho en el mejor momento, hasta diga que se le ha malinterpretado.
Pero pida perdón. Aunque lo haga, le aseguro que muchas y muchos de sus conciudadanos, difícilmente van a olvidar sus palabras. Y sepa, que su continuidad como presidente depende de esos muchos y muchas a los que me refiero.
Buen sábado tengamos..

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