viernes, 20 de marzo de 2020

Diario del Coronavirus 19

20 de Marzo 2020
Hoy sabemos un poquito más que ayer, pero menos que mañana sobre este mal bicho al que nos enfrentamos.
Estamos ante un enemigo sigiloso, que vive con nosotros, sin percatarnos de su presencia. Hoy te sientes regular y mañana ni te acuerdas, o como mucho crees sentirte bien gracias al paracetamol que te tomaste. No ha sido nada, pero si era algo. Era él. Ese es, el comportamiento de cualquier virus y la respuesta de nuestro cuerpo a su presencia. Así ha llegado a nosotros el problema que está cambiando nuestra forma de convivir y de entender la vida. Y tú sin enterarte.
Un estudio revela, que el 80 % de los contagios se deben a que al tener tu pocos síntomas, no pensaste que estabas enfermo, y mucho menos, que podías contagiar a otra persona. En ella puede tener una forma clínica de manifestarse muy diferente a como lo ha hecho en ti.
En la inmensa mayoría de los casos, no precisamos de cuidados médicos, ni figuraremos en las estadísticas de contagiados. Pero hemos tenido el virus, lo hemos padecido, y lo hemos transmitido. Y todo eso sin saberlo.
Es lo que ha ocurrido y está ocurriendo con el coronavirus. En cada uno se manifiesta de una manera, algunos ni se enteran, pero todos podemos transmitirlo. Las pruebas rápidas deben permitirnos detectar quien está infectado, para poder aislarse y evitar que prosiga la propagación de la pandemia.
Es fácil reprochar a los políticos actuales, que son responsables de que no dispongamos de esos test, y para ayer mejor que para mañana. Lo cierto es que nadie pensó que esto podría pasar. Ni los chinos tampoco, ni los franceses, ni los italianos, ni nosotros, ni nadie. Toca aprender del tropiezo. No sólo los miembros del Gobierno, sino los responsables de todas las formaciones políticas de este país, porque por mucho que se reprochen los unos a los otros, todos han pecado de falta de previsión como lo demuestra que todos tienen contagiados entre sus filas. Esto era cosa de chinos, no de nosotros los del primer mundo, como si la naturaleza entendiera de clases.
Aprendamos que los pilares en los que se sostiene el bienestar de los ciudadanos (sanidad, educación, pensiones, dependencia), deberían ser capítulos presupuestarios intocables y siempre ser dotados antes que lo superfluo o lo festivo. Si además de aprender que los virus pueden pasar inadvertidos por la vida de muchos, pero resultar mortales para otros, hoy también aprendemos que con los recursos para la salud no se debe jugar, y que la sanidad publica SIEMPRE debe ser defendida, llegaremos a la conclusión de que el coronavirus, cuando sea vencido, además de mucho dolor, nos habrá aportado algo positivo.
No se si será así, y menos viendo como unos responsables culpan a otros de lo que hoy sucede, olvidando sus propias miserias, y demostrando una desmemoria patológica con lo que se nos recortó con su anuencia, y de como ellos hicieron oídos sordos a las mareas que reclamaban no hacer recortes en nuestro sistema sanitario.
Los pagafantas de esa estrategia del "pan para hoy y hambre para mañana" (y ya estamos en ese mañana), que ha sido ejecutada por nuestros representantes (no sabemos con que misterioso fin), somos todos los ciudadanos. Pero en esta situación de alarma sanitaria, lo somos sobre todo los profesionales de la salud. Tristemente ya contamos en nuestras filas con una víctima mortal en Euskadi, como podría haberlo sido en cualquier otro lugar de nuestra geografía. Estamos obligados a ejercer nuestra labor en unas condiciones que no merecemos, que se puede amansar con aplausos, pero que no se corrigen de verdad.
Y aquí seguimos. Hoy, mañana y los próximos días, las cifras seguirán encogiéndonos las tripas, pero tranquilos que saldremos adelante. Ahora bien, toca aprender para no repetir los mismos errores, aunque eso implique contradecir nuestra naturaleza humana de volver a tropezar reiteradamente.
Me voy a la consulta, seguro que a alguien le puedo ayudar incluso en la distancia, como en miles de lugares a miles de pacientes, lo harán hoy miles de mis compañeros y compañeras de esta profesión que queremos, pese a lo ingrato que a veces resulta su ejercicio.
Nos toca seguir en la lucha. Ayúdanos en ella y la mejor manera de hacerlo es quedándote en casa.
Buenos días.

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