lunes, 22 de octubre de 2018

JUECES, BANQUEROS Y REPRESENTANTES DE LOS CIUDADANOS


Los recientes acontecimientos de los masteres que no precisaban ni asistir a clase, ni demostrar lo aprendido para obtener el título; o el conocer sentencias que archivan delitos por prescripción (con lo que están afirmando que algo no funcionó, y que alguien no estuvó atento cuando el delito se cometía), ha tenido su gota para colmar el vaso, en la reciente sentencia del TS sobre quien debe hacer frente a los gastos hipotecarios. Toda esa sucesión de hechos ha permitido quitarle la careta a los denominados poderes facticos, que se han mostrado como "la mano de la derecha gobernante entonces", o ahora como "el cambio de criterio de un TS hipotecado", lo que nos sugiere que estamos ante un sometimiento de los poderes del Estado al capital. 

Lo ocurrido apunta a que no existe independencia judicial, puesto que nada obliga a la judicatura a pronunciarse sobre la repercusión que en lo socioeconómico puedan tener sus sentencias, sino que su obligación es hacer que la ley se cumpla. Eso sí, salvo que pretenda una injerencia en las competencias del Ejecutivo, lo cual sería a todas luces, impropio del poder judicial y cercano a caer en la prevaricación. 

La decisión de paralizar los efectos de la sentencia en menos de 24 horas, nos da una idea de como la banca siempre tiene alguien pendiente de velar por sus intereses. Esa misma banca, a la que rescatamos con nuestros bolsillos sin un retorno de lo que aportamos. Esa a la que el anterior gobierno de M. Rajoy (ese señor que dice sin ruborizarse, que él está a favor de los banqueros, aunque todo el mundo los critique) les permitió tapar las consecuencias de una mala praxis bancaria, basada en la propia incompetencia y en su avaricia, y para ello les regaló 67.000 millones de euros. Y esa misma banca a la que el TS tiene más en temor a poder irritarla con sus decisiones, que por velar en la aplicación de nuestra legislación, con independencia a que le moleste o no a la banca.

Como en anteriores ocasiones, acabaran siendo los tribunales europeos los que nos digan como se cumple la ley, tal y como ocurrió con las clausulas suelo. Pero mientras eso sucede, lo que parece evidente es que los enmascarados han perdido con esto su antifaz, y hemos podido comprobar que de Robin Hood los banqueros, no tienen nada de nada, y que lo de robar para entregarlo a los pobres, no va con ellos, y que solo ocurre en las peliculas. 

Es el momento de poner las cosas en su sitio, y eso significa dotarnos de gobernantes capaces de no someterse al vasallaje que quiere imponerles el capital, aún disfrazado de justicia, porque eso no es impartir justicia. Pronto tendremos la oportunidad de decidir que dirigentes nos damos en las urnas, si elegimos a quienes representan y defienden nuestros derechos, o a quienes se someten al poder del dinero. Y lo más triste es que de esos nos los podemos encontrar en todos los partidos.

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