No es que no me guste celebrar una fiesta nacional. Es que no me gusta el formato de fiesta nacional que tenemos. Puede que sea por haber vivido la dictadura, pero me resulta imposible evitar, que esa pompa del desfile, me recuerde al desfile de la victoria de la dictadura. Ya sé que no festejamos lo mismo, que en aquel lo que se celebraba era el día de raza, (porque era imposible que una dictadura pudiese celebrar el día de la razón) y lo festejado era un enorme absurdo.
Quizás no hemos cambiado el modelo de celebración, porque seguimos año tras año en la eterna transición española, esa por la que nunca rompimos con las estructuras y rescoldos franquistas. Imagino que muchos asocian las reticencias con esta llamada fiesta nacional, a la falta de patriotismo. Pero con el debido respeto, esto no es lo que yo entiendo por patriotismo.
No puedo entender como patriotismo, exhibir banderitas, alardear de testosterona, presumir de olor a taberna, pensar que patria es sinónimo de patrimonio, creer que quien no actué como ellos es anti España, rojo peligroso, separatista, republicano, etc... O pensar que aún nos vale con creer en el “Santiago y cierra España”. Entiendo el patriotismo como algo muy diferente a eso cómo: actuar contra las injusticias, contra la corrupción política y económica, defender los derechos y libertades, pelear cada día por la igualdad de oportunidades, por la tolerancia y la convivencia, y por el bienestar de todos.
Ayer tuve la sensación, de que la conmemoración del 12 de octubre, para lo que estaba sirviendo era para sacar de la caverna a una extrema derecha, que parecía aletargada, pero que algunos, de pronto, se han dado cuenta que puede serles útil para tapar las vergüenzas y la corrupción de su partido. Si hay una extrema derecha, ellos nos parecerán moderados.
Es su juego de patriotas. Porque ya se sabe que el voto, es el voto.
Buenas tardes
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