domingo, 8 de octubre de 2017

GRITOS, BANCOS Y BANDERAS.


Acabo de ver el partido de fútbol de la selección. Los silbidos y gritos contra Piqué no pueden representar a todos los ciudadanos españoles, porque solo representan a quienes gritan. Son gritos que recuerdan a otros que nos daban en el oscuro pasado que parece que hemos olvidado, y que no hace tanto que tuvimos. Ese anti catalanismo, es otra manifestación más del sentimiento de xenofobia contra el diferente que nos está inundando a Europa, como si ya le concediésemos a los catalanes la calidad de extranjeros, de inmigrantes, a los que solo se les tiene en cuenta si te suplican.

Antes, lei la noticia de que el banco Sabadell y Caixabank han decidido marcharse de su tierra de origen, demostrando que el dinero catalán (que no es diferente al resto de los dineros) era ya independiente mucho antes que los ciudadanos de esa Catalunya, que decimos que no puede irse porque siempre fue nuestra. Rajoy y sus huestes han decidido obsequiar a las empresas que allí tienen su sede social, con un decreto exprés para que puedan cambiarla según sus deseos. Parece una jugada maestra contra el independentismo, pero es propia de un gobierno de estrategas de pacotilla.
Reitero, gobierno de estrategas de pacotilla, convencidos aún de los tópicos de tiempos franquistas: el andaluz es vago y el catalán un pesetero. Es una estrategia con la que se dice presionar desde las empresas, sin tener en cuenta que a la vez es una forma de provocar el hundimiento de ese trozo del país que dices que es tuyo y que no quieres que se marche. La culminación de la gran frase del genio "Los catalanes, hacen cosas". Ahora le toca a él hacer.

Y lo que me parece más triste. Hoy paseé por esta ciudad, y me he sorprendido con las muchas banderas que lucían en los balcones. Esas banderas con las que simbolizan que queremos a España. Las mismas que nunca se mostraron cuando nos aplicaron una reforma laboral injusta, nos recortaron la sanidad, hacinaron a nuestros hijos en las clases de los colegios, o decidieron que las pensiones fuesen de miseria para la inmensa mayoría de nuestros mayores. Banderas de las que nunca nadie se acordó que las tenía guardadas, cuando rescataron a la banca con lo que sacaron de nuestros bolsillos, esos mismos bolsillos que ya estaban casi vacíos, porque en ellos antes ya metió la mano la corrupción. Entonces no debíamos querer a España tanto como hoy.


Son las banderas de gente, mucha de ella de buena fe, que piensa que con eso demuestra que quiere a este país, que piensa que así lucha contra la ruptura de esta España nuestra. Pero que harían bien en pensar, que igual se equivocan, y que sin saberlo, lo que hacen es acelerar que se rompa. Un país no se defiende con símbolos, sino con cultura, libertad y solidaridad.

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