jueves, 13 de junio de 2013

El invento de cambiar trabajadores por emprendedores.


Este país hace tiempo que empieza a dar pena a cualquiera que lo analice con ojos de neutralidad apartidista. Y no por sus ciudadanos sino por sus gobernantes. A un Presidente que eclipso sus avances sociales con una reforma constitucional que está suponiendo el finiquito del Estado, le ha sucedido otro que no tiene un modelo de estado sino de empresa, y el objetivo de sus políticas no son los ciudadanos, sino favorecer a los poderes económicos.
 
Dicen que hay que cambiar el modelo productivo para salir adelante, pero nada más lejos de lo que están haciendo. Mi generación crecimos queriendo ser funcionarios públicos, y tal vez nos equivocamos, pero eso no convierte en acertado que este gobierno quiera que todos nuestros jóvenes se conviertan a una nueva religión: el emprendimiento.
 
La gran trampa de su modelo, es que los despedidos ahora deben convertirse en autónomos para volver a ser contratados por sus antiguos patronos, pero eso sí, arriesgando esos emprendedores lo que han cobrado como indemnización por el despido, y asumiendo ahora todos los gastos laborales a su costa.
 
La reforma laboral ha sido su panacea, pero no solo porque ha abaratado los despidos, sino porque han disminuido los salarios y los costes empresariales. Rosell y sus asociados, e incluso la patronal de las pymes, sonríen a mandíbula batiente cada vez que aparece la ministra con una nueva declaración, pero no por lo ridícula que pueda resultar, sino porque cada vez que abre la boca les llena algo mas el bolsillo.
 
Mis dos hijos se han hecho autónomos, o sea emprendedores, para ganarse el sustento, y seguro que lo logran como muchos jóvenes que han hecho lo mismo. Pero si la prosperidad de nuestro país se va a basar en este modelo laboral, apañados vamos. A estos jóvenes emprendedores no se les puede pedir ni investigación, ni desarrollo, ni innovación, que si queremos que España prospere es imprescindible. Pero sobre todo, y lo más grave de este modelo, es que carecen del derecho a equivocarse. Si se equivocan el fracaso hundirá totalmente a una generación completa.
 
Nuestro gobierno sabe que un emprendedor autónomo es una solución de emergencia a una situación de emergencia, pero eso no puede cambiar el modelo productivo, que es lo que precisa nuestra economía. No estoy afirmando que en una situación de crisis no se recurra a todos los instrumentos, sino que hay que incrementar la conciencia social de lo que está en juego, y de que lo que se necesita no es emprendedores, sino creatividad, y eso no está en la agenda de Rajoy y los suyos.
 
Si la gente no se ha lanzado a la calle diciendo ¡hasta aquí hemos llegado!, es porque nos queda la protección de nuestros familiares y eso presta al conjunto de los ciudadanos una cierta seguridad, aunque si las cosas siguen como hasta aquí, no sé hasta cuando esa seguridad se mantendrá.
La solución del desempleo en  España no pueden ser seis millones doscientos mil emprendedores. El papel del Estado a través de la inversión pública no puede seguir tan retraído como en los últimos años, y tiene que aparecer cuanto antes, o esta situación no va a mantenerse tranquila, cuando aumente el desempleo tras las campañas agrícolas y el turismo.
Si no somos capaces de poner el concepto de creatividad, por delante del objetivo exclusivamente propagandístico de la  reducción del número de parados de cada mes, por muy loable que esa reducción sea, cualquier día diremos aquello tan temido de ¡sálvese quien pueda!
Y quienes apoyan a este gobierno serán los más frustrados porque ese día estarán solos. Todos sabemos que quienes primero saldrán del barco serán las ratas.

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