Este país hace tiempo que empieza a dar pena a cualquiera que lo analice
con ojos de neutralidad apartidista. Y no por sus ciudadanos sino por sus
gobernantes. A un
Presidente que eclipso sus avances sociales con una reforma constitucional que está
suponiendo el finiquito del Estado, le ha sucedido otro que no tiene un modelo
de estado sino de empresa, y el objetivo de sus políticas no son los
ciudadanos, sino favorecer a los poderes económicos.
Dicen que hay que cambiar el modelo
productivo para salir adelante, pero nada más lejos de lo que están haciendo. Mi generación crecimos queriendo
ser funcionarios públicos, y
tal vez nos equivocamos, pero eso no convierte en acertado que este gobierno quiera que todos
nuestros jóvenes se conviertan a una nueva religión: el emprendimiento.
La gran trampa de su modelo, es
que los
despedidos ahora deben convertirse en autónomos para volver a ser contratados
por sus antiguos patronos, pero eso sí, arriesgando esos emprendedores lo que
han cobrado como indemnización por el despido, y asumiendo ahora todos los
gastos laborales a su costa.
La reforma laboral ha
sido su panacea, pero no solo porque ha abaratado los despidos, sino porque han
disminuido los salarios y los costes empresariales. Rosell y sus asociados, e
incluso la patronal de las pymes, sonríen a mandíbula batiente cada vez que
aparece la ministra con una nueva declaración, pero no por lo ridícula que pueda
resultar, sino porque cada vez que abre la boca les llena algo mas el bolsillo.
Mis dos hijos se han hecho autónomos,
o sea emprendedores, para ganarse el sustento, y seguro que lo logran como
muchos jóvenes que han hecho lo mismo. Pero si la prosperidad de nuestro país se va a basar en
este modelo laboral, apañados vamos. A estos jóvenes emprendedores no se les
puede pedir ni investigación, ni desarrollo, ni innovación, que si queremos que
España prospere es imprescindible. Pero sobre todo, y lo más grave de este
modelo, es que carecen del derecho a equivocarse. Si se equivocan el fracaso hundirá
totalmente a una generación completa.
Nuestro gobierno sabe que un emprendedor autónomo
es una solución de emergencia a una situación de emergencia, pero eso no puede
cambiar el modelo productivo, que es lo que precisa nuestra economía. No estoy afirmando que en
una situación de crisis no se recurra a todos los instrumentos, sino que hay
que incrementar la conciencia social de lo que está en juego, y de que lo que se necesita no
es emprendedores, sino creatividad, y eso no está en la agenda de Rajoy y los
suyos.
Si la gente no se ha lanzado a la calle diciendo ¡hasta
aquí hemos llegado!, es porque nos queda la protección de nuestros familiares y
eso presta al conjunto de los ciudadanos una cierta seguridad, aunque si las cosas siguen
como hasta aquí, no sé hasta cuando esa seguridad se mantendrá.
La solución del desempleo en España no pueden ser seis millones doscientos
mil emprendedores.
El papel del Estado a través de la inversión pública no puede seguir tan retraído
como en los últimos años, y tiene que aparecer cuanto antes, o esta situación no va
a mantenerse tranquila, cuando aumente el desempleo tras las campañas agrícolas
y el turismo.
Si no somos capaces de poner el concepto de
creatividad, por delante
del objetivo exclusivamente propagandístico de la reducción
del número de parados de cada mes, por muy loable que esa reducción sea, cualquier
día diremos aquello tan temido de ¡sálvese quien pueda!
Y quienes apoyan a este gobierno serán los más
frustrados porque ese día estarán solos. Todos sabemos que quienes primero saldrán del barco serán
las ratas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario