A quienes por mucho que haya arreciado la borrasca y hasta en
ocasiones tormentas tropicales, hemos permanecido afiliados al PSOE cada
vez pretenden hacernos más difícil poder continuar con nuestra militancia. Y
es que a quienes nos hemos mantenido en la afiliación y sobre todo en los
principios del socialismo (que no del socialiberalismo), nunca nos llego el momento de ser calificados dentro y fuera, con el único
adjetivo que nos gusta: socialistas.
Cuando dentro de la
organización hemos levantado la voz defendiendo nuestra opinión, acertada o no,
si esa no era coincidente con la de la
dirección se nos ha tachado de discordantes, o de promotores de división interna. Las direcciones socialistas siempre
han tenido tendencia a confundir la
unidad con la unanimidad, y últimamente con la uniformidad. Eso en el PP no
pasa, allí manda uno y basta.
Cuando esa opinión era expresada fuera, no solo molestaba a la derecha, sino que siempre ha encontrado también la crítica en la
llamada izquierda real, es decir de la izquierda no afiliada al PSOE. Porque,
pese a ser criticados por los de dentro, desde esa izquierda mas “pura” se nos
han atribuido los “pecados” cometidos por esos que desde dentro nos han criticado.
Eso en la derecha no pasa, son solo una.
A
algunos y algunas, hagamos lo que
hagamos, siempre nos toco jugar el papel de los criticables, por los de dentro
y por los de fuera. Somos la “izquierda a
la que nadie quiere”, pero a la que unos y otros saben que tendrán que
recurrir, porque es la única capaz de crear lazos que permitan proyectos de
unidad de la izquierda.
Ya sabemos que con las
direcciones instaladas en el inmovilismo que produce que en ello a algunos les
va el pan de cada día, es difícil que faciliten reformas internas que puedan
hacerles salir de ese su estatus de dirección. Pero también sabemos que hay una izquierda tan pura e
inmaculada, que se considera la única capacitada para dar lecciones de
moralismo de izquierdas. Se consideran los puros, y están convencidos de que
con los puros no hay quien pueda.
Tanto unos como otros deberían darse cuenta del miedo que
producen cuando tratan de darnos lecciones de izquierdismo. A unos y otros solo se les puede recomendar
que miren a su alrededor y vean los resultados que entre los ciudadanos tiene
sus posiciones hoy, unos en bajada y otros en subida sin llegar.
La
izquierda siempre se ha distinguido por la autocrítica, y
cuando no la practica deja de ser izquierda por definición. Pero también se ha distinguido por el sectarismo,
y a la izquierda del PSOE nada le es criticable porque tienen el convencimiento
de la posesión absoluta de la verdad. Como consecuencia de la visión de una y
de otra, solo existe una constatación: así
nos va.
Después de más
de tres décadas de militancia comprometida en la izquierda, uno empieza a estar ya muy cansado de
tanta pasión interesada en algunos,
de tanta demagogia de unos, de los que adulan con falsa modestia, del exceso de
populismo de otros, de las conveniencias personales de muchos, del afán de protagonismo de unos pocos, del ser maestros en medrar de
quienes pueden hacerlo, de los que respiran para llamar la atención, de los que
rebosan soberbia, de los que adulan con falsa modestia, del afán salvador de
unos pocos, del divismo que roza el divinismo de aquel, de la notoriedad
perseguida por este, de tantas y tantas cosas que como decía al principio, a
algunos nos hacen difícil continuar militando en el PSOE. A pesar de ellos, no
nos moverán.
Mientras en el PP milita
toda la derecha, desde la más tolerante hasta la más irracional, en la izquierda cada uno vamos por nuestro
lado, no solo en diferentes partidos, sino en diferentes corrientes,
movimientos o plataformas, y repito lo dicho, así nos va.
Puedo entender que en la izquierda todos desconfiemos de todos, pero los más intransigentes deberían de otorgar al otro la oportunidad de poder cambiar. Si no lo hacemos, será casi imposible encontrar en la izquierda un proyecto común (tal vez en principio de mínimos) pero que pueda recibir el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. A la derecha la separan los matices pero los une un objetivo común, mientras en la izquierda nos une un objetivo común, pero nos separan los matices.
Repito que no nos moverán, porque puede que haya llegado el momento de poner en valor a esa “izquierda
que ni unos ni otros quieren” para que tienda lazos para ese objetivo común.
O nos unimos, o podemos tener Bayod, Mari Loli y Marianico una temporadica aún.
Y, si no soy socialista que soy?
ResponderEliminarpor revelarme contra las poltronas tengo que querer yo una?
y si estoy en desavenencia, molesto?
me tengo que someter a la idea única, aunque la entienda equivocada, y nadie intente convencerme de lo contrario?
esto es todo lo que tengo que esperar de mis "compañeros"?, el quitate tú que me pongo yo?
pues Sí, ASÍ NOS VA
DÍGAME DOCTOR, QUE TENGO QUE HACER PARA SALIR DE ESTA CRISIS DE IDEALES ?
ResponderEliminarTIENE ALGO QUE RECETARME, INCLUSO CON COPAGO, PUES NO MEJORO