De un tiempo a esta parte, cada vez resulta más
difícil acceder a un medio de comunicación (escrito, radiofónico o televisivo),
sin que la corrupción en España este en sus cabeceras o titulares. La imagen que perciben de nuestro país
fuera, según algunos amigos europeos y latinoamericanos me comentan, es de un país podrido y cayéndose a trozos.
Y no es de extrañar esta percepción porque empezando
por el Casa Real, continuando por el gobierno,
siguiendo por el partido que sustenta al gobierno, pasando por el partido de la
oposición aunque en menor medida, y finalizando por el conjunto de la política en
general, todo se encuentra manchado por la corrupción.
A este fenómeno no
escapa ni el poder judicial al
que desde fuera ven corrupto, como causa para la expulsión de Garzón según ellos
comentan. Tampoco les sorprende que los empresarios
también estén “pringados” en donaciones ilegales, porque en sus países conocen
esas prácticas, y tampoco se sorprenden de que a los sindicatos se les acuse de vivir de las ayudas oficiales sin
reparos. En resumen, perciben un
panorama desalentador de país.
Trato de transmitirles que admitiendo que hay
corrupción, la realidad dista bastante de ser esta que ellos están recibiendo a
través de los medios. Tristemente estamos
empezando a sufrir el efecto del “y tú más”, y entre unos y otros, están
haciendo que la imagen de este país este por los suelos. Y lo que es más grave,
que la confianza de sus ciudadanos en
que esto pueda tener solución cada vez se acerca más a rozar también el suelo.
Por eso, cuando el Marianico dice aquello de "A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y
eso es también una decisión", a mí se
me ponen los pelos como escarpias. Si algo me ha enseñado la experiencia
en política es que la peor decisión es la que no se adopta, aunque efectivamente sea
una decisión, siempre será la peor. Y es que estando presididos por alguien que
piensa como piensa, solo se puede decir que así nos va.
No
podemos continuar esta imagen de nuestro país fuera. Ha llegado el momento en que no podemos
permitirnos el lujo de dejar para mañana el adoptar medidas que recuperen la
dignidad y la confianza en nuestra democracia. ¿Para cuándo se tienen prevista la
tan cacareada ley de transparencia?
Sigue en el sueño de los justos.
Y es que ya no nos basta con hacer alardes de transparencia enseñando declaraciones de hacienda o exigiendo a los demás que
también presenten las suyas, porque el
ciudadano no es tonto, y sabe que en esas declaraciones solo aparece lo inocultable, pero nunca los
chanchullos. Estamos en el momento de la historia, en que este país necesita hacer de cristal sus
administraciones públicas (incluida la Casa Real), los partidos políticos, las
confederaciones empresariales, los sindicatos, y hasta todas las organizaciones
sociales, y sobre todo sus órganos de control, esos que cuando emiten sus
informes el delito ya ha prescrito. No solo es necesario el street tips de
Rajoy y Rubalcaba. O hace esa práctica la sociedad al completo, o no se recuperará el crédito perdido como
país con quienes nos observan desde el exterior.
Además el retraso en promulgarla es absurdo. No hace falta inventar formulas
magistrales, porque hay países en los que mirarse para elaborar una
legislación específica, y tampoco es necesario buscar en otros continentes,
porque tenemos experiencias en muchos de nuestros socios de la UE.
Pero también tenemos
que saber que solo con una ley no se solventa el problema. La ley servirá
para dificultar las prácticas corruptas y comportamientos impropios de la vida pública,
pero es en nuestro modus vivendi en el
que habrá que introducir la autocritica que permita podernos quejar del
corrupto, sabiendo que nosotros no lo somos. La más mínima duda personal
sobre nuestra propia integridad como
ciudadano, es la que puede estar detrás de que seamos tolerantes con la
corrupción.
No solo es
cuestión de exigir, también de comprometernos en nuestra actitud personal. Pero
eso sí, hasta que entre en vigor esa ley, el que la haya hecho que la pague. En
eso es en lo único que estoy de acuerdo con la Mari Loli.
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