Hoy, un diario publicaba una encuesta sobre intenciónde voto. En ella daba como resultado una situación de empate técnico entre los dos grandes partidos, junto a un importante ascenso de la tercera y cuarta fuerzas políticas del país. No puedo sino alegrarme tras los resultados del 20 N, pero no por cómo se alcanza ese resultado, fruto del desgaste del partido de gobierno, y no del ascenso del Partido Socialista.
La encuesta significa el adiós al bipartidismo, que a
mi entender debería ser otro motivo de alegría, puesto que en España hay más de
dos maneras de concebir el Estado, y un resultado electoral, como demócrata,
deseo que sea fiel reflejo de la realidad de la circunscripción a la que
representa, estatal en este caso.
Pese a esta recuperación de distancia respecto al PP,
creo que desde la transición, los socialistas no hemos vivido una situación de
menos credibilidad, posiblemente arrastrados por el descredito del conjunto de
la política, aunque ahora la causa fundamental del mismo esté en las filas del
adversario político.
Imagen sacada del blog politologoenred.blogspot.com |
Desde hace un tiempo, en el PSOE estamos elaborando
un nuevo proyecto, pero puede que con retraso. Los acontecimientos desencadenados
por los papeles de Bárcenas, han urgido que ya se nos pregunten por la
ciudadanía cuestiones como: ¿Dónde está ese proyecto? ¿Cuál es la base
ideológica del mismo? ¿Cómo será nuestra identidad de partido? ¿Cuándo es el
momento de ponerlo en marcha? Me parecen en estas circunstancias de descrédito
del gobierno, demasiadas preguntas pendientes de respuesta. Si no hay respuestas
rápidas, podemos temer un futuro incierto como el de otros partidos socialistas
europeos.
Siempre he afirmado que, para recuperar la confianza
del electorado, es necesario pedir perdón por los errores cometidos. Pero
también sé que las disputas internas y el apoyo a algunas posturas que
garantizan a la actual dirección alcanzar el poder (aún siendo cuestionables desde
la izquierda), pueden llevarnos a la pérdida de nuestra identidad.
Podemos alegrarnos de que ahora el PP esté pagando la
factura que pasó a Zapatero. Dice el refranero que "donde las dan las toman",
pero eso no puede significar que no sea necesaria una oposición dura pero
constructiva en pro de la gobernabilidad del país, y eso sólo es posible con un
proyecto abierto a la sociedad y elaborado de abajo arriba, donde los
ciudadanos digan qué hay que hacer y no en el que los dirigentes nos digan lo
que debemos hacer los ciudadanos, como se ha hecho hasta ahora.
Cuando insisto en la necesidad de pedir disculpas a
los ciudadanos, aunque a algunos dirigentes les moleste, lo hago porque creo
que siendo gobierno afrontamos la crisis según nos marcó Europa, en lugar de
hacerlo cumpliendo nuestro programa electoral (lo que ahora hace Rajoy y le
reprochamos), y porque fuimos capaces de cambiar la Constitución para
complacer a los europeos pero no a los españoles, por muy europeos que nos
sintamos.
O ahora hacemos un proyecto integral para todo el país, y nos
olvidamos de alianzas para gobernar donde no somos mayoría, o no será un
proyecto socialista creíble, sino sólo un proyecto para llegar al gobierno. Y
esos se elaboran cuando sumando fuerzas con otros, uno puede alcanzarlo. Pero
eso siempre después de la contienda electoral, y no antes.
Y si importante es disponer del proyecto electoral a
plantear, no lo son menos las reformas internas que debemos acometer para
que las agrupaciones socialistas de los pueblos y ciudades (no solo las
provinciales, regionales y federal, que también), se conviertan de nuevo en
referente ciudadano, y no en el reino de taifas de algunos dirigentes pegados
al asiento, por mucho que en ello les vaya el sueldo que entra en sus
casas y los lazos de amistad personal existentes. Esto ha hecho que quienes
nos hemos atrevido a pensar por nuestra cuenta, resultemos molestos y se nos
califique de rompedores de la uniformidad de criterios que exige la dirección,
que no se parece ni de lejos, a la unidad que exige la militancia.
Dejemos pues al PP que pague su factura ante la sociedad y preocupémonos de que en nuestras filas no surjan nunca más situaciones como las de ellos ahora, y preocupémonos sobre todo de convencer a los ciudadanos y ciudadanos de que es posible una España mejor, pero desde un proyecto de izquierdas, no desde un modelo inspirado en las medias tintas.
Compartido
por todos es que España necesita revisar su modelo económico y social, su
sistema fiscal que está anticuado, su modelo productivo, su sistema energético,
sus cuentas públicas, sus sistemas educativo y sanitario, y un sinfín de
asuntos. Pero sobre todo necesita profundizar en la democracia con lo que eso
conlleva. Y si la desconfianza en los partidos aumenta cada día, si la gente de
a pie cada vez cree menos en la participación como instrumento para mejorar; si la pobreza sigue
creciendo, si hoy son seis millones de parados pero van a ser más, si los
jóvenes preparados se van fuera a buscar trabajo; y un largo etcétera, la
falta de confianza en el futuro paralizará el país.
Dejemos pues al PP que pague su factura ante la sociedad y preocupémonos de que en nuestras filas no surjan nunca más situaciones como las de ellos ahora, y preocupémonos sobre todo de convencer a los ciudadanos y ciudadanos de que es posible una España mejor, pero desde un proyecto de izquierdas, no desde un modelo inspirado en las medias tintas.
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