
Muchos
y muchas sabemos, que el celebrar primarias por sí solo no
va a solucionar los problemas que actualmente existen respecto al ejercicio del
liderazgo en el partido. Pero no es menos cierto, que ayudaran a que se produzca una circulación interna de cargos orgánicos
que se han perpetuado en la dirección, aún cambiando la Secretaría General, y
sobre todo, mejoraran la democracia interna en las
agrupaciones.
Ha llegado el momento de rescatar la política con mayúsculas, de más
democracia interna, y de recuperar los principios de la izquierda de
participación en libertad y de forma solidaria. Quienes hemos defendido la premisa de un militante un voto, queremos primarias no solo por
nuestro convencimiento de que la participación es intrínsecamente buena, sino
porque es una forma de aumentar la calidad democrática interna de
nuestra organización, y de que la militancia se sienta
parte de las decisiones de partido.
Hoy
dicen que todo está inventado, y que lo importante es copiar bien. Existen países y organizaciones en los que mirarse, e
incluso en nuestro país el PSC tiene un reglamento para primarias, pero reglamentar las primarias con un contenido nuevo, es
imperioso antes que lanzarnos a aplicarlas, y quizás, ello aconsejaría
que ya existiese creado un grupo de trabajo que elabore ese reglamento y
que permitiese que el mismo llegase a tiempo de ser
refrendado en la próxima Conferencia política.
Para
muchos, ese reglamento de primarias, debe modificar la
actual práctica de que quien gana una elección a la Secretaría General, nombra
su propia (sinónimo de propiedad) Comisión Ejecutiva, lo
haga con negociación o sin ella con las demás candidaturas que concurrieron al
proceso de elección. Cambiar para mejorar, es que la
nueva ejecutiva sea fiel reflejo de la realidad del partido, y en su
composición estén representadas proporcionalmente las demás candidaturas no
vencedoras, sin que esto tenga porque estar reñido con el hecho de
que el Secretario General cuente con una permanente de su absoluta confianza.
No puede continuarse, como ocurre ahora, con el hecho de que la candidatura más
votada decida todo, y las demás opciones se vean apartadas por completo de la
Ejecutiva, o representadas solo simbólicamente.
Definir los electores es un aspecto fundamental. Al igual que
una elección para candidato a una institución, posiblemente sea
más aconsejable la participación de los simpatizantes que
luego serán también electores en unos comicios institucionales, la elección de la Secretaria General del partido, consideramos muchos
que debería ceñirse a la estricta participación como electores de la militancia
al corriente de pago de cuotas, puesto que el ámbito de actuación del SG
se ciñe sobre esta militancia exclusivamente. Cosa distinta es si ese
Secretario/a general luego opta a un cargo institucional en nombre del partido
para lo que considero debería obtener no solo el respaldo de la militancia,
sino también el de los simpatizantes.
Un segundo aspecto a concretar y no dejar al azar o a la
disponibilidad personal, es el perfil que deben reunir los o
las candidatos/as a la Secretaria General. Posiblemente el momento político
pueda condicionar unos requisitos u otros en un momento dado, lo que aconsejaría
no plasmar un perfil cerrado para todas las
elecciones, pero si establecer unos mínimos que podrían adecuarse a cada
proceso dentro de un boceto general.
La
pregunta de ¿quiénes pueden ser candidatos a Secretario/a
General?, se ha respondido hasta ahora estableciendo como requisito
la presentación de un número determinado de avales. En el caso de la Secretaria
General los avales se obtenían de los diferentes comités (Federal, Regional,
Provincial) o de la militancia. Quizá haya llegado el
momento de que ser candidato deba dejarse en exclusiva a manos de la militancia
estableciendo que un tanto por ciento de la misma respalde la candidatura. No
es entendible reticencias a que esto sea así, porque parece claro que quien
tenga el respaldo del Comité correspondiente,
no debería tener ningún inconveniente para obtener el respaldo porcentual de la
militancia a la que ese comité representa.
El reglamento de primarias deberá tener en cuenta la posibilidad de que
se presenten más de dos candidaturas. Si concurren dos solamente, parece lógico que la designación
recaiga sobre el que obtenga más del 50%,
pero si son más de dos la elección debería contemplar
un sistema de doble vuelta.
En caso
de darse la concurrencia de más de dos candidatos/as,
parece lógico pensar que si alguno obtiene más del
cincuenta por ciento, se considere electo en primera vuelta,
mientras que si no es así, se produzca una elección en segunda
vuelta entre los o las dos más votados
en la primera.
Por último algo que consideramos fundamental: aplicar el de abajo arriba. Dicho de otra manera, que se elijan las Secretarias Generales de Agrupación local las
primeras, luego las de provincia, de región, y por último la Secretaria General
Federal. El sistema actual, inverso al planteado ahora, condiciona
el proceso de elección conforme se desciende en la pirámide de la estructura,
Solo
he plasmado algunas consideraciones sobre como reglamentar el proceso, pero seguro que hay propuestas mejores, lo que no es discutible es la
necesidad de establecer reglamentariamente las primarias, se oponga quien se
oponga.
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