¡Que no! Que ella no piensa acudir a la reunión con el presidente del Gobierno Pedro Sánchez el viernes 25. No puede soportar que a Catalunya la hayan convocado antes que a ella. Y está muy ofendida porque Sánchez la ha difamado, porque ella puede insultar lo que le da la gana, pero a ella nadie le puede llamar corrupta. Se junta con quien quiere, con el "loco de la motosierra" si, con el presidente de “su” gobierno, no. Parece claro que “Gintonic Men” le ha hecho perder el poco juicio que le quedaba (si en algún momento tuvo algo). Después de su “me gusta la fruta” la ofendida es ella, es que Sánchez ha dicho que su novio es un defraudador confeso, y por ahí ella no pasa.
Nadie pone en duda que le guste la fruta, pero tampoco nadie puede poner en duda que su novio es un defraudador confeso. Como tampoco se puede poner en duda, que no acudir a una reunión institucional donde se tratan asuntos de interés para la Comunidad que le han encargado que gobierne, puede, además de ser un incumplimiento de la estructura institucional que plasma la Constitución, ser una irresponsabilidad y una dejación de funciones. Olvida con su decisión que por encima de las personas que ostentan cargos están las instituciones a las que representan.
Y no rechaza solo reunirse el viernes, sino que no lo hará jamás de los jamases. No le importa que ya se hayan reunido doce presidentes autonómicos con el del gobierno, ni que su Feijoo hace pocos días dijera que todos los presidentes del PP debían asistir porque de no hacerlo cometerían un error. Desde ya, la señora quiere dejar claro que quién manda aquí es ella, y Alberto es solo su pagafantas, y Feijoo no se da cuenta que tener un verso suelto, al final, acabará arruinando su poema.
Hablemos en serio, no se puede estar en política, y tener la piel tan fina. Después de ser tan fan de la fruta (recuerden que de aguinaldo en la cena de Navidad del PP de Madrid, Ayuso regaló cestas de fruta a cuatro afiliados), de pedirle a Txapote votar a Sánchez, o de decir en la Asamblea que la corrupción va de “la a de Ábalos a la zeta de Zapatero”, que la “be de Berni, de Barrabés y de Begoña”, y que la esposa del presidente es “otra que va pa’lante”, ahora no puede sentirse tan ofendida. Puede que lo que este sea agobiada de tener que acudir sin pinganillo, ni notas que leer a esa reunión.
En el fondo lo que nos demuestra es que pertenece a la banda de los que tiran la piedra y esconden la mano. La zafiedad empleada como lenguaje habitual consigue elevar la vulgaridad a cotas impresentables y convierte al que las profiere en rehén de sus pronunciamientos. No debe ser consciente que, si eso se lo hace al gobierno de M. Rajoy, le aplicaban un 155 por permanente pérdida de confianza en ella, o por una actitud “separatista”. Claro que otros piensan que si no acude nos evitamos las mentiras que diría de lo que han hablado.
Y luego hay que escuchar al moderado Semper (Borjita pa los amigos), el portavoz del PP, capaz de tratar de explicar lo que ni el se explica, que en esta ocasión se ve obligado a justificarle todo a esta señora, demostrando que en su partido han olvidado que el político que se cree sus propias mentiras hace que su partido nunca llegue a partido institucional. Quienes se creen a pies juntillas lo que este sujeto les cuenta, podrían recordarle que a Mónica Oltra la obligaron a dimitir por una falsa imputación (que luego se archiva) y que era una falta cometida por su exmarido, mientras que Ayuso convive hoy con un delincuente confeso, y eso no le parece motivo de nada. Ya sabemos que contra ella la justicia no actúa ahora, y que muchos medios de comunicación callan, pero eso el día que caiga en desgracia cambiará radicalmente.
Esta señora hoy explota el victimismo, una técnica retórica que busca desprestigiar la argumentación del adversario, pero olvida que en psicología el victimismo es una tendencia de la personalidad que puede llegar a ser un trastorno mental tipo paranoide. Con este papelón institucional, la vergüenza democrática está en sus horas más bajas. Esta forma de actuar es más propio de una antisistema que de una presidenta autonómica. Claro que, puestos a ver las consecuencias de esta ausencia, para muchos existen 7.291 razones para no echarla de menos en esas reuniones.
Lo que no hay duda es que, a ojos de toda la España y mucha España, Feijoo es hoy “la cuchara del PP”, porque ni pincha ni corta; que la muñequita de Gintonic Men, ha sondeado actuando así con que apoyos cuenta dentro de su partido, y sobre todo, logra lo que quería: ser el centro de atención durante unos días. Pensemos que, si no está todo el día en candelero, va a tener difícil estar en la situación adecuada para poder disputar las elecciones generales, sabe que tiene que actuar ya, para lograr echar a Feijoo.
Y Sánchez, ante su negativa a acudir, seguro que está triste y desolado. Dicen que hasta ha perdido el apetito por el desaire recibido.
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