Debate sobre el estado de la región madrileña.
Más que un debate, es la actuación de una de esas folclóricas de la época franquista que tanto gustaban. Ayuso, es la folclórica madrileña del oso y el madroño. La que en una misma frase te dice blanco y negro. Y lo hace sin ningún pudor, con toda naturalidad sin tener que fingir, porque ella en sí misma es una dicotomía. Se aprovecha de que en España se adora a las folclóricas porque no hay nada que pensar ni que decir, son como son, y cada día vemos como esos personajes son motivo de charlas y tertulias sobre si han hecho o han desecho, como si sus vidas nos importaran más que lo que vamos a comer mañana.
Pero Ayuso sobre todo es una persona ambiciosa, sin escrúpulos, es tramposa en sus propuestas y malvada en sus fines. Además si se la mira, te das cuenta que está permanentemente posando, utiliza todas las armas femeninas de la sección femenina, el pestañeo, la lagrimita y la sonrisita. Es la señorita presumida de toda la vida, l la que se erige como una gran luchadora en este mundo que es de hombres. Ella sabe extender las plumas de su cola de pavo real que le ha otorgado ser presidenta para llamar la atención.
Es la alumna aventajada de la madre de todas las ranas, es la voz de su ama, la defensora de los dineros de quienes han multiplicado los suyos, la que sin mancharse da las puñaladas dentro de su partido, la musa que solo respira el aire de la vieja Sección Femenina, del del Opus Dei, y de otras organizaciones no muy legales pero por ella legitimadas.
Lo triste de verdad, es que en ese Madrid en que tantos años de gobierno del PP han convertido al Madrid castizo y de toda la vida, ese acogedor y afectivo que conocíamos, hay algo ya enraizado que no le impide votar corrupción desde hace tiempo por más ranas que se enchironen. Ayuso es su personaje, el personaje que hace aflorar lo rancio con más virulencia y hasta con violencia. Pero no vale solo con desenmascararla. Es una cantante pésima, pero conecta con el público.
La cultura mediática de la derecha ha creado un monstruo con conceptos nebulosos pero que resultan emocionalmente potentes, y son escasamentea analizados, pero que funcionan con una gran parte del electorado de esa sociedad madrileña, en la que se aplaude el discurso de bajar los impuestos a los ricos sin pensar que tú solo no podrás pagarte un tratamiento para una grave enfermedad, sino que necesitas para hacerlo esos impuestos de todos.
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